Divorcio pensado, sin hormonas ni emociones

Divorcio pensado, sin hormonas ni emociones

De acuerdo con las cifras más recientes del Centro de Control de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), hay 3.6 divorcios por cada 1,000 habitantes. Ocurren 6.8 matrimonios por cada 1,000 habitantes. Tal vez por eso se concluye que el 50% de los matrimonios termina en divorcio. Esa estadística da la impresión que es muy fácil divorciarse, hasta que se trata de tu posible divorcio, con toda su carga emocional y financiera antes, durante y después.

El divorcio puede significar un fracaso o una victoria, dependiendo de las razones que te lleven a él, pero sigue siendo una pérdida y puede pasar mucho tiempo antes de que lo veas como un triunfo. Es un proceso difícil, es una guerra contra el otro y a menudo contra ti misma. Es capaz de romperle los nervios a la mujer más ecuánime y el bolsillo a la más rica. Gran parte del efecto devastador está en querer terminar el proceso de divorcio lo antes posible después de tomada la decisión, sin prepararte para el gran final de aquel romance que en su momento te hizo tan feliz. Es un proceso interno (y externo) muy complicado. No obstante, es una de las pocas pérdidas de tu vida que tú decides, así que puedes prepararte para ella y minimizar sus consecuencias. Aunque te suene “frío”, la actitud pensante y no la emocional es la que te va a sacar a flote en un divorcio.

  1. Si tus razones para divorciarte no incluyen el abuso (en cualquiera de sus expresiones), alcoholismo, adicción a drogas u otra situación insalvable que ponga a riesgo tu vida o tu seguridad, examina bien qué ocurrió en la relación para que estés pensando en divorciarte. Haz esto antes de siquiera proponer el divorcio.
  2. Escribe una lista realista de las consecuencias del divorcio para ti: económicas, familiares, emocionales. Enfatizo “para ti” porque cuando hay hijos, las madres tienden a pensarlo todo bajo la perspectiva de los hijos y eso es muy importante. Sin embargo, tú vas a convertirte en jefe de familia y es indispensable que tu salud mental y física y tus finanzas estén en condiciones de afrontar lo que anticipes o lo que no te imaginas. En la mayoría de los casos, el divorcio es guerra y te llega a parecer extraño aquel a quien creías conocer.
  3. Prepara un plan y toma de antemano cualquier medida que te dé estabilidad en cualquiera de las áreas mencionadas.
  4. Consulta un terapeuta que te ayude a trazar metas, tolerar las situaciones y fortalecerte psicológicamente cuando empiecen las manipulaciones de la otra parte y las posibles guerras de nervios. Nadie debe pasar un proceso de divorcio mientras se siente emocionalmente inestable. El proceso es negativo de todas maneras, y puedes verte tomando decisiones en contra de tus mejores intereses por querer salir del paso y librarte pronto de todo. Ayúdate y busca asesoría imparcial (no de los parientes de ninguna de las partes, y cuidado con las amistades) para tomar las decisiones que te convienen a corto y a largo plazo.
  5. A veces no es posible, pero lo ideal es que te “desenamores” antes de divorciarte. Una de las razones por las que a las mujeres se les hace difícil recuperarse del divorcio es que cuando se separan, todavía están involucradas emocionalmente con su cónyuge. Igual que cuando alguien muere, por momentos el cónyuge se vuelve “bueno” y tú tienes momentos de “y si…” y de recordar demasiados tiempos positivos. Otras mujeres entran en unos procesos de “odio” haciéndose ellas mismas la vida imposible por no poder olvidar al ex marido, pero eso no es más que una atadura emocional que persiste. El mejor momento para divorciarse es cuando el amor se ha desvanecido hasta llegar a la indiferencia. Si ocurre así, vas a sentir efectos de separación, pero no son tan fuertes y desaparecen antes.
  6. Algunas mujeres empiezan a salir con otros estando solo separadas y/o recién divorciadas porque ya son “libres” o porque “un clavo saca otro clavo”. No funciona así. Cualquiera que fuera la razón para el divorcio, haya sido este fácil o difícil, tiene que haber un tiempo de sanación y, sobre todo, de auto examen sobre cómo escogiste aquella pareja, qué ocurrió entre ustedes en realidad, qué fue lo que no te gustó de la convivencia o de su conducta, cómo evitas repetir ese patrón, qué cualidades buscas ahora en una pareja, cuál es la relación en la cual funcionas mejor y, honestamente, qué errores cometiste tú.

Si no dedicas un tiempo a ese proceso de revisión, es muy probable que escojas una relación bastante parecida y te veas otra vez ante un juzgado para otro divorcio. Recuerda que la tasa de divorcio entre parejas que se casan por segunda vez es de 60 a 67% y las que se casan por tercera vez, entre 70 y 73%.

Usa la cabeza, no las emociones ni las hormonas, antes, durante y después del divorcio.

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