Violencia doméstica: Antes de los golpes

Violencia doméstica: 7 verdades sobre el abuso contra la mujer

La gente está acostumbrada a definir el abuso y la violencia contra la mujer en términos de golpes. Por eso va en aumento y las futuras víctimas de abuso físico dejan pasar todas las conductas que anteceden a ese primer golpe que es eso, el primero, porque después se vuelven rutina, aunque el agresor repita que no lo vuelve a hacer. Las jóvenes, las mujeres, la sociedad y las iglesias están ciegas ante lo que es abuso. No importa cómo se les explica, buscan todo tipo de justificaciones para las conductas de los abusadores, unas por negación ante una realidad tan fuerte que duele y decepciona, otras por razones culturales irrazonables,y otras por ignorancia crasa.

Las leyes contra el maltrato a la mujer son cada vez más claras y contundentes, pero la gente no lo acaba de entender. Cuando comentas sobre alguien, “ese tipo es un abusador”, el que te oye se molesta, y si se lo dices a un abusador aunque lo digas sobre otro, la reacción es violenta. Es la vieja manía social de no llamar las cosas por su nombre, solo que esta les cuesta la vida a millones de mujeres.

El abusador típico no empieza pegando. Si empieza pegando, es tan obvio, que pierde su presa enseguida. El abusador típico es “encantador”, excesivamente amoroso con su presa y a menudo amistoso y servicial con los demás (así cuando hace algo, nadie le cree a ella), se aparece dondequiera por sorpresa (“por amor”, claro) y aparentemente “vive” para su presa. De primera intención, le resuelve todo y se le hace indispensable. Le va creando un cerco donde solo caben él y ella, que ella interpreta como un gran amor y un compromiso perfecto de pareja. Ella se empieza a enamorar, no se da cuenta de que ese exceso de atención y esa ansia (asfixiante y patológica) de “querer estar siempre contigo” es preámbulo de lo peor, y le gusta, la patrocina, y su mundo se convierte en un mundo de dos.

A este punto, ella ni observa objetivamente. Él empieza a dejar salir exabruptos injustificados, celos irracionales (“es que te amo tanto”), a reaccionar con exceso ante situaciones insignificantes y empieza el proceso de intimidación. Eso concurre con artimañas y comentarios (primero disimulados y luego obvios y desconsiderados) dirigidos a humillar, degradar y reducir la estima propia de la mujer. De esos comentarios salta a los insultos y ofensas. Ya la presa está intimidada y le permite las ofensas, le pide perdón por lo que no hizo y hace cualquier cosa por tranquilizarlo, a costa de su estima propia y de sí misma. El objetivo es llevarla a sentir que no vale nada y que se merece lo que él le hace. La está preparando para los golpes físicos.

Además de todo ese maltrato emocional y psicológico, hay maltrato económico: un control total de las finanzas de la casa. El objetivo es cerrarle las salidas porque ella, sin dinero para ella y sus hijos, no se le puede escapar. Él gasta en lo que le da la gana, pero ella no puede disponer de un centavo sin consultarle y poco a poco, ni consultándole. A este punto, ya la separó de su familia, de sus amistades y de todo aquel que la puede ayudar. Y como hay un refrán que dice “entre marido y mujer, nadie se debe meter”, el que logra ver, no cree lo que está viendo y si lo cree, mira hacia el otro lado. Total, si le pregunta a ella, ella lo esconde porque está aterrada.

Por supuesto, ya a este punto, empezó el ciclo del abuso donde hay ofensa, escenas de “perdóname” y de “tú me provocaste”, reconciliación, regalos… hasta la próxima. La presa jura que él pelea, está “tenso”, le dan corajes, pero “es incapaz de ponerle una mano encima”. Las ofensas y las peleas se tornan cada vez más violentas y cuando la presa tiene la estima propia tan baja y ha permitido tantas cosas que el abusador saber que va a permitir el golpe, ahí va el primer golpe. Vuelve el ciclo de “arrepentimiento”, “te pego porque te quiero”, “tú me provocaste”, “no lo vuelvo a hacer”, “perdóname” y a ese punto ya logró otra vez que la presa le pida perdón por algo que no hizo.

Así viven millones de mujeres, unas con tantos agravantes al problema que no hay suficiente espacio para mencionar. Lo peor es que el poder del abusador crece tanto, que su presa se llegar a creer que su pareja no es un abusador y hasta se ofende cuando alguien se lo sugiere. La mujer se cegó al principio y sigue ciega hasta que intentan asesinarla o matar a algunos de sus hijos, y para muchas se hace tarde. Si no llega a asesinarla, la destruye emocional y psicológicamente tal vez para el resto de su vida.

Los problemas como este, que llamamos sociales, empiezan siendo individuales. He aquí unas verdades sobre el abuso contra la mujer. ¡Abre los ojos!

  • Al abusador se le nota por encima lo que da. Por eso la mujer o la joven que busca pareja, tiene que observar antes de enamorarse porque si se enamora primero, se ciega. Observa si un hombre es excesivamente acaparador de tu tiempo y tu persona y/o desesperado por casarse. Sobre todo, observa esta “bandera roja”: ¿reacciona de manera agresiva e irracional ante situaciones, aunque no tengan nada que ver contigo? Si alguien te hace algún comentario en esa vía, no te ciegues.
  • Averigua todo lo que puedas sobre su juventud, su adolescencia, amistades y relaciones familiares. Por ejemplo, si en la escuela todo lo arreglaba a puños, los próximos pueden ser para ti. Por otro lado, su familia primaria puede ser muy reveladora porque moldea el carácter de una persona.
  • Hay violencia contra la mujer a todos los niveles sociales, educativos y financieros. A cualquier nivel, hay hombres con personalidades perturbadas y esqueletos en el clóset.
  • No pienses que estás exenta de este problema porque eres inteligente. Mi profesor de psicología anormal decía que la inteligencia corre paralela a las emociones. ¿Qué significa? Puedes ser una mujer brillante y si no tienes tu autoestima en su lugar correcto y unas necesidades emocionales que se nota que quieres llenar, un abusador puede salir a tu paso (ellos saben a quién escogen).
  • Si ya estás en un ciclo de abuso, por favor, ¡no te lo niegues a ti misma! Tu situación no va a mejorar, va a empeorar. No solo estás en riesgo emocional, psicológico y físico, sino ante el riesgo de perder tu propia vida.
  • A veces, la crianza que recibimos justifica el tipo de relación que he descrito. Tienes que echar a un lado los conceptos culturales y darle paso a creer que te mereces una relación saludable de pareja, donde el hombre te toma en cuenta y te respeta como ser humano.
  • Deja de justificar lo inexcusable y empieza a planificar el final de esa relación de la manera más segura. Busca ayuda profesional para que estés fuerte durante el proceso y no repitas ese patrón de pareja.

Before You Go

¡Adiós a la mujer perfecta y bienvenida la mujer libre!

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