Northridge es una barriada en el Valle de San Fernando, parte de Los Angeles, cuya resonancia proviene de que es la sede de la Universidad Estatal de California Northridge, precisamente, y poco más.
Ahora se le agrega la dudosa fama der haber sido el hogar de una niña de diez años, que el 27 de marzo fue extraída de su cama, su cuarto, su casa en Northridge, secuestrada y luego sexualmente abusada por horas por un criminal incruento quien incluso sacó fotos de su tenebroso acto.
Perpetró el horrible crimen armado de un cuchillo con el que amenazó a la pequeña víctima.
La familia se enteró de la desaparición de la chica recién poco antes de las 4 de la mañana, cuando su madre fue a verla al dormitorio. La encontraron 12 horas después en un parque, desorientada, confusa, dolorida.
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Con toda la conmoción pública, parecía que éste iba a ser otro crimen sin solución, sin culpable, sin acusado y sin justicia.
Sin embargo, la justicia está en camino. Quizás no sirva para mitigar el sufrimiento de la pequeña – cuyo nombre no se puede dar a conocer -, de su familia, de la comunidad entera. Pero de algo sirve. Para que el sospechoso, si es hallado culpable, pague por su horrible acto.
El sospechoso fue casi inmediatamente identificado. Fueron a donde moraba, pero había desaparecido, huyendo a México a refugiarse de las autoridades estadounidenses.
Comenzó una cacería de carácter internacional, con cooperación de ambas partes de la frontera. Incluso, se distribuyeron volantes en San Diego y Tijuana con la imagen del fugitivo, alertando al público de que podría estar armado y era peligroso.
Se trata de TobIas Dustin Summers, un criminal de carrera, de 32 años, un conocido miembro de pandillas. Fue detenido por la policía mexicana en Las Misiones, un pueblo a unos 300 kilómetros al sur de la frontera de Estados Unidos con México. Fue encontrado precisamente en un centro de rehabilitación de drogas y alcohol adonde fue para esconderse.
Como narra este jueves el Los Angeles Times, la investigación avanzó cuando alguien llamó por teléfono proveyendo información sobre el paradero de Summers. La Oficina Federal de Investigaciones (FBI) envió los datos a la policía mexicana, que efectuó el arresto.
Esposado, con la cabeza caída, como quien supuestamente tiene verguenza de ser reconocido, Summers llegó al aeropuerto internacional LAX este miércoles.
Asimismo fue arrestado el 3 de abril en el mismo contexto Daniel Martínez, otro criminal de carrera y de 29 años de edad, quien podría haber sido el chofer del vehículo que llevaba a Summers, aparentemente a un asalto fallido. Martínez podría ser condenado a 12 años de prisión.
Summers se presentará ante un magistrado este jueves mismo, para iniciar los procedimientos judiciales en su contra.
Cuando lo detuvieron, confirmaron su identidad porque tenía – tiene - un tatuaje en el pecho.
El tatuaje es el símbolo de Súperman.
“Lo que podemos hacer”, dijo Charlie Beck, jefe del Departamento de Policía de Los Angeles (LAPD) en una conferencia de prensa, “es hacer claro para cualquiera en esta ciudad que piensa que puede cometer algo así y permanecer libre, que haremos seguros que sepan que no es verdad… Los encontraremos. No pueden huir”.
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