Observo el casi trauma psico-existencial que tienen las mujeres en general con las limpiezas de sus casas y recuerdo a dos personas: a mi madre y a Doña Millie, mi profesora de Administración del Hogar de la Universidad. De hecho, es la clase que más he usado en mi vida. De todo lo que aprendí, ofrezco mis ocho verdades universales.
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