Crisis del presupuesto podría convertirse en una derrota para Obama

'Sequester': crisis del presupuesto podría convertirse en una derrota para Obama
El presidente Barack Obama camina bajo la lluvia hacia la Oficina Oval, en la Casa Blanca, el martes 26 de febrero de 2013. (Foto AP/Pablo Martinez Monsivais)
El presidente Barack Obama camina bajo la lluvia hacia la Oficina Oval, en la Casa Blanca, el martes 26 de febrero de 2013. (Foto AP/Pablo Martinez Monsivais)

Guía de perplejos

En dos días, si el Congreso no hace nada, Estados Unidos se zambullirá - sin salvavidas ni saber nadar - en una posible nueva crisis económica. No porque así lo decidieran los dioses del caótico mercado, sino por decisión propia y razones de balance partidista.

Por no haber hecho nada para evitarlo.

Lo que se viene lo llaman “the sequester”, el secuestro, nombre apropiado para lo que hace 18 meses se consideraba una brillante maniobra politica.

Este martes, el presidente del Banco Central - la Reserva Federal - Ben Bernanke, dijo en un testimonio al Congreso que los recortes indiscriminados y generales crearán un “significante viento en contra” para la recuperación económica.

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Y si bien las consecuencias del “sequester” de por sí no serán necesariamente catastróficas sino acumulativas, y su influencia no repentina sino gradual, el momento es crucial por la confrontación política sin cuartel entre los partidos.

Para los republicanos, el partido golpeado en las elecciones presidenciales y amenazado con la escisión y discordia interna, es una oportunidad para debilitar el segundo mandato de un mandatario que aborrecen, para impedirle cualquier logro, como la reforma migratoria o leyes para limitar la tenencia de armas de fuego.

Y evitar una victoria demócrata en los comicios parlamentarios de 2014 que les quite su mayoría en la Cámara de Representantes.

Eso es lo que está en juego.

¿De qué se trata?

Antes del viernes, los legisladores tienen que llegar a un acuerdo presupuestario, que reduzca un déficit que ya llega a los 16.5 billones de dólares (en inglés, trillions), sin detener la recuperación económica luego de la Gran Recesión de 2008 y especialmente sin aumentar el índice de desocupación.

Si no llegan a un acuerdo, se pondrán en efecto automáticamente recortes minuciosamente detallados tanto en el presupuesto del Pentágono como en la ayuda social y fondos para transporte, educación y otros rubros que son importantes para los liberales.Gastos médicos no se reducirán.

Este es el resultado de una solución de compromiso a la que se llegó 18 meses atrás, al término de una negociación igualmente contenciosa, cuando los republicanos en la Cámara Baja aceptaron extender la autoridad federal para financiar su deuda a cambio de recortar el presupuesto. Fue un acuerdo de 1.2 billones de dólares, firmado por Obama, donde las partes optaron por postergar las decisiones difíciles para después de las elecciones presidenciales.

Pero para impedir nuevas esperas, los legisladores dijeron que si en 18 meses no había acuerdo, el presupuesto federal iba a recortarse en todos los departamentos, y en planes muy específicos. Y los 18 meses pasan esta semana.

En total, se recortarán, de manera automática, 85,000 millones de dólares, durante un período de siete meses.

Es el equivalente a un recorte del 10 por ciento en cada presupuesto.

En su momento, razonaron y explicaron públicamente los elegidos del pueblo, que al ser los recortes tan absurdos, tan dolorosos para ambos bandos, nadie en su sano juicio dudaría en hacer las paces y pactar,

Se equivocaron. La confrontación en Washington ya no tiene que ver mucho con el sano juicio.

¿Por qué es tan difícil llegar a un acuerdo?
Porque aunque el votante concedió a Barack Obama la victoria en noviembre, y aunque los demócratas controlan la mayoría del Senado, los republicanos tienen la Cámara Baja. Y en esta democracia, no hay decisión sin el visto bueno de ambas cámaras.

Los líderes de ambos partidos ya no tienen espacio para maniobrar y conceder. Han logrado acorralarse y convencerse a sí mismos que esta vez no cederán.

Los republicanos no aceptarán subir impuestos, aunque sea solamente a los más pudientes. Y los demócratas, que propusieron un plan balanceado que incluye tanto recortes como aumentos de impuestos, no aceptarán la reforma a los beneficios sociales.

Finalmente, no hay acuerdo porque en el partido Republicano hay hondas diferencias entre los conservadores activistas del movimiento intransigente Tea Party y el ala tradicional y más moderada. Esta semana, los radicales advirtieron al congresista John Boehner que dejaría de ser presidente de la Cámara de Representantes si acepta como parte de la solución subir algún impuesto.

¿Y que dice Obama?
Aunque durante meses el Presidente trató de dar una imagen apartidaria en el debate, ahora, sobre la fecha, acusa directamente a los republicanos de inflexibilidad y extremismo.

Este, declaró el martes, debilitará la seguridad nacional, los logros de la recuperación económica y podría llevar a 750,000 nuevos desempleados.

El mandatario propone un plan que contenga tanto recortes presupuestales en programas populares como los beneficios a los veteranos y la seguridad social, como la liquidación de lagunas impositivas que en este momento benefician a los más pudientes.
Aquí está, publicado por la Casa Blanca, el plan de Obama.

¿Hay solución posible?

En este momento, parece difícil, si no imposible. Cualquier acuerdo significará la derrota de uno de los bandos. Y ninguno puede concederla. Por eso, hay muchas más probabilidades de un acuerdo de aquí a un mes.

El GOP (partido Republicano) podría promover una resolución que otorgue al presidente la autoridad para modificar el acuerdo original del “sequester” y decidir qué rubros recortar. Pero la administración lo califica de “permiso de decidir cuál de los dedos se cortará”.

¿De quién fue la brillante idea del “sequester”?
Según el prestigioso periodista Bob Woodward (el de Watergate) que detalló en el Washington Post la secuencia de eventos y estableció que el "sequester" fue propuesto por la administración.

¿Cuál es el daño que puede causar “el secuestro”?
Ah, esta es la pregunta de los 85,000 millones de dólares. Hasta recientemente ambos bandos advertían que los recortes automáticos tendrían un efecto nefasto para la economía.

Pero los republicanos han descubierto que, al no haber acuerdo, de hecho se cumplen sus aspiraciones: solucionar el déficit por medio de recortes. Y descubrieron también que los recortes al Pentágono no son tan terribles. De hecho, dijo el Senador John Cornyn, número dos de los republicanos en la Cámara, que ni siquiera son recortes.

¿Quién sufre más?
Estructuralmente, los estados, ya que bajarán las transferencias que el gobierno federal les otorga. No por nada la asociación nacional de gobernadores, de clara mayoría republicana, se congregó esta semana en Washington para tratar de encontrar un resquicio en el callejón sin salida, exhortando a unos y otros a evitar la crisis.

Para que la gente sepa lo negativo del “sequester”, la Casa Blanca publicó un detalle de los recortes por estado, según el cual California perderá, 87.6 millones de dólares destinados al pago de salarios para 1,210 docentes, cobertura para 187,000 alumnos y presupuesto para 320 escuelas. Florida por su parte, dejará de percibir en esos rubros 54,5 millones de dólares, que involucran a 540 docentes, 95,000 alumnos y 130 escuelas, y el estado de Nueva York se quedará con 590 docentes, 70,000 alumnos y 120 escuelas menos.

En la educación especial se perderán 62.9 millones en California, lo que paga por 760 docentes, y 31.1 millones, para 380 docentes, en Florida. Los servicios del programa Head Start serán eliminados para 8,200 niños en edad pre escolar en California, 2,700 en Florida y 4,200 en el estado de Nueva York.

En el Pentágono, unos 64,000 empleados civiles deberán tomar licencias sin pago en California, para ahorrar 399.4 millones de dólares. En Florida, serán 31,000 empleados y 183.2 millones de dólares; en Nueva York, 12,000 empleados militares, con 60,9 millones.

Otros programas sufrirán, resultando en 15,810 niños sin vacunas en California, 7,450 en Florida y 7,170 en Nueva York; 9,400 personas fuera de programas de rehabilitación de drogas, o 49,300 sin exámenes de VIH/sida en California, además de 35,900 en Florida.

Esto sin contar financiamiento para estudiantes universitarios, empleos creados para ayudar a estudiantes, fondos para la protección del medio ambiente, bonificaciones para personal policiaco, de las fiscalías y las cortes, educación para la prevención del crimen, financiamiento de bolsas de trabajo, cuidado infantil para niños de familias pobres, vacunas para infantes, financiamiento de mejoras en el sistema de reacción a enfermedades infecciosas, desastres naturales y eventos catastróficos, ayuda a víctimas de violencia doméstica y comidas para ancianos pobres.

¿Por qué tanto detalle?
Pues porque al repartirse los recortes entre 50 estados y decenas de departamentos, el impacto quizás no se note, dice Frank James en NPR.

Lo que sí, se notará las largas filas en los aeropuertos. El secretario de Transporte saliente, Ray Lahood, dijo el lunes que los recortes significarán una “calamidad” para el transporte aéreo, al obligar el cierre de decenas de torres de control, y eliminar turnos nocturnos en otros, obligando a las aerolíneas a cancelar o postergar vuelos, sugiriendo que los retrasos podrían alargarse en al menos 90 minutos por pasajero.

Y el lunes, la secretaria de Seguridad Interna Janet Napolitano dijo que los recortes significan largas esperas en los cruces y una frontera más porosa.

"Si se reduce el nombre de agentes de la Patrulla Fronteriza podemos decir que van a afectar nuestra capacidad de dejar fuera [del país] a los inmigrantes ilegales", dijo en la Casa Blanca.

Quien más sufrirá, como siempre, es quien menos tiene, y quien carece de una voz política y una organización entre los poderosos.

¿Y ahora qué?

Seguramente, el 1 de marzo comenzarán a operarse los recortes presupuestarios. Las partes tendrán un mes para ponerse de acuerdo, antes de que el Congreso vuelva a debatir y decidir la autorización de fondos presupuestarios para operar. Y antes del verano deberá otra vez autorizar el “techo” de la deuda pública. Más posibilidades de confrontación, pero también de apertura y un diálogo.

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