Salvadoreños temen ser discriminados por designación de la Mara Salvatrucha como organización criminal

Comunidad salvadoreña preocupada por ofensiva contra MS-13
Carlos Tiberio Valladares, a.k.a. sniper, leader of the Mara Salvatrucha gang, attends a press conference at the Female Jail in San Salvador, El Salvador on September 24, 2012. The leaders of the Mara 18 and Salvatrucha offered a press conference during the celebration of the 200 days of truce between them to reduce murder. AFP PHOTO/Jose CABEZAS (Photo credit should read Jose CABEZAS/AFP/GettyImages)
Carlos Tiberio Valladares, a.k.a. sniper, leader of the Mara Salvatrucha gang, attends a press conference at the Female Jail in San Salvador, El Salvador on September 24, 2012. The leaders of the Mara 18 and Salvatrucha offered a press conference during the celebration of the 200 days of truce between them to reduce murder. AFP PHOTO/Jose CABEZAS (Photo credit should read Jose CABEZAS/AFP/GettyImages)

LOS ANGELES, California.- Grupos defensores de la comunidad salvadoreña temen que susciten actos de discriminación racial contra sus connacionales por parte de la policía, autoridades estatales o federales, a causa de la decisión del gobierno estadounidense de clasificar a la Mara Salvatrucha MS-13 como una “organización criminal transnacional”.

Según expertos y funcionarios del Departamento del Tesoro, la MS-13 está considerada como una “amenaza real” y Estados Unidos ha obligado a instituciones financieras a informar y congelar inmediatamente los bienes o activos propiedad de la MS-13.

La clasificación de la pandilla Mara Salvatrucha (MS-13) es una acción federal sin precedentes, y con ello pretenden mellar significativamente su poder.

“Ellos [Departamento del Tesoro] se refieren a las transacciones internacionales de envío de dinero proveniente de actividades ilícitas de personas que no necesariamente pertenecen a esas estructuras criminales”, dijo Salvador Sanabria, director ejecutivo de la organización sin fines de lucro, El Rescate, a HuffPost Voces. “Ellos hablan de bienes y de lavado de dinero entre quienes no pertenecen a esas estructuras delictivas y supuestamente van a incautar cientos o miles de millones de dólares”.

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El gobierno federal designó al grupo pandilleril MS-13 como una amenaza real y el Departamento del Tesoro ha advertido precaución en el sector financiero para monitorear las operaciones financieras de este grupo.

“Las instituciones financieras de Estados Unidos y en el exterior están obligadas a identificar y congelar los intereses o propiedades de la MS-13 y de informar sobre dichos bienes bloqueados”, dijo Hagar Chemali, un portavoz del Departamento del Tesoro.

La MS-13 comenzó a gestarse entre refugiados salvadoreños –muchos de ellos soldados jóvenes- que llegaron a Los Angeles para escapar de la Guerra Civil en su país de origen en la década de 1980.

Los salvadoreños que emigraron, se congregaron en gran número en el empobrecido barrio Pico-Union y el área del MacArthur Park. Muchos eran discriminados y hostigados en las escuelas por parte de los grupos predominantes de la zona, mexicanos y mexicoamericanos.

“PAGARÁN JUSTOS POR PECADORES’: SALVADOR SANABRIA

“Nadie niega que exista este problema y estos grupos, pero existe un grave riesgo que paguen justos por pecadores”, agregó Sanabria. “Primero, porque ese anuncio se dio lastimosamente en medio de una campaña política polarizada [en Estados Unidos] y se cae en el riesgo de criminalizar a una comunidad entera, cuando la realidad es que la comunidad salvadoreña se destaca por su envolvimiento y aporte a la economía de Estados Unidos, su participación en los negocios, el progreso académico y científico, y sobran los ejemplos en la nación”.

La MS-13 tiene hasta 30,000 miembros y está creciendo rápidamente. Más de 8,000 de sus integrantes operan en 40 estados de Estados Unidos, aunque con mayor relevancia en Los Angeles.

Otras organizaciones criminales internacionales que han sido colocadas bajo esta designación son la Yakuza japonesa y los Zetas de México, cuyo líder, Heriberto Lazcano Lazcano, alias “El Lazca” fue asesinado recientemente por la marina de ese país. Un comando armado robó su cuerpo después de una funeraria.

“La presencia de las maras es secuela de la guerra; es una herencia de la violenta exclusión en su propio país”, dijo Salvador Sanabria, de El Rescate. “Fue una exclusión de la migración forzada que conformó el conflicto armado y esa fue su forma de organización por la violencia y exclusión en los barrios; en aquellos momentos [de la década de 1980] esas personas tuvieron que adaptarse a las leyes de guetos urbanos de Estados Unidos, en este caso de Los Angeles, y hay que recordar que en El Salvador no había pandillas, aquí se creó y adoptaron esas costumbres”.

Posterior a la ola de crímenes, asaltos, violencia y muerte en Los Angeles, las autoridades estadounidenses dieron paso a las grandes olas de deportaciones de “mareros” a El Salvador, Honduras y Guatemala, es decir, trasplantaron el problema a la región centroamericana y a México, aunque ahora los miembros de las pandillas no solamente delinquen, sino que se dedican al lucrativo trasiego de drogas a Estados Unidos.

Por su parte, Martha Arévalo, directora ejecutiva del Centro de Recursos Centroamericanos (CARECEN), dijo a HuffPost Voces que siempre ha pensado que el surgimiento de las pandillas y la violencia que les caracteriza no es culpa de un solo grupo, sino que se presenta como un problema regional.

“La realidad de que nuestros jóvenes han sido abandonados por Estados Unidos, El Salvador y otros países latinoamericanos”, declaró Arévalo. “Desgraciadamente eso ha creado una violencia no vista desde la guerra [civil] y es peor ahora”.

Arévalo precisó que si bien durante una guerra, a cierto nivel todos resultan ser víctimas de la violencia, y lo que sucede en el presente en El Salvador y otros países de la región es que, a causa de la droga miles de inocentes están muriendo.

“La solución a la guerra contra las pandillas y la droga no son las armas”, consideró. “Porque no se está pensando en soluciones ni alternativas a largo plazo, para que estas personas tengan una mejor educación y un mejor futuro… todos tenemos responsabilidad, incluyéndolos a ellos [los pandilleros], a los países, gobiernos, a la iglesia, es decir, todos tenemos que trabajar juntos; desgraciadamente estamos usando demasiada energía y tiempo en criminalizar más a estos jóvenes y no buscando salidas más efectivas al problema”.

Fotos de la Mara Salvatrucha

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