Romney mejor que Obama en debates, dijo experto en septiembre

Un análisis en septiembre halló a Romney superior a Obama en debates
FILE - In this Oct. 3, 2012, file photo, Republican presidential candidate Mitt Romney and President Barack Obama wave to the audience during the first presidential debate at the University of Denver in Denver. The sixth "town hall" style presidential debate will bring Obama and Romney to Hofstra University on New Yorks Long Island Tuesday, Oct. 16, 2012. Theyll take questions from undecided voters selected by Gallup. (AP Photo/Charlie Neibergall, File)
FILE - In this Oct. 3, 2012, file photo, Republican presidential candidate Mitt Romney and President Barack Obama wave to the audience during the first presidential debate at the University of Denver in Denver. The sixth "town hall" style presidential debate will bring Obama and Romney to Hofstra University on New Yorks Long Island Tuesday, Oct. 16, 2012. Theyll take questions from undecided voters selected by Gallup. (AP Photo/Charlie Neibergall, File)

En pocas horas, el Presidente Obama y el exgobernador Mitt Romney llevarán a cabo su segundo debate televisado - de tres planificados para esta campaña presidencial.

El evento, de cuyos resultados podría depender si el mandatario retendrá su puesto o perderá al retador, tendrá lugar en Hempstead, Nueva York, este martes, a partir de las 6 de la tarde hora del Pacífico, 9 de la noche tiempo del este.

Será en formato “townhall”: los contrincantes estarán parados, contestando a preguntas del público circundante.

Las miradas de cerca de 70 millones de personas estarán indudablemente enfocadas, de los dos contrincantes, en la figura del presidente, cuya actuación anémica, poco coherente y a veces condescendiente en la primera reunión del 3 del mes es considerada el principal motivo por el cual Romney lleva ahora la delantera en la mayoría de las encuestas.

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Porque si hay un evento único que influyó en la campaña y será recordado en la historia estadounidense, es la aplastante diferencia en la calidad del mensaje del republicano y la intermitente del actual mandatario durante ese debate.

Hay un parteaguas entre el antes y después del primer debate.

Por lo tanto, a este segundo debate llega entonces Obama con una urgencia inusitada, y con el público que vio el primer debate paralizado por el asombro: ¿cómo pudo ser que el gran Barack Obama, el de la oratoria electrizante, haya cometido tamaños errores?

Es que, nos dicen, Romney de por sí, de antemano y de manera natural, era y es el favorito para ganar los tres debates. Independientemente del juego de las expectativas.

Esto lo escribió James Fallows en un extenso análisis en la revista The Atlantic que ahora conviene repasar. Una gran ventaja del texto es que se publicó antes del primer debate, en septiembre, y sin embargo lo predijo correctamene.

En su estudio, Fallows enumera las ventajas de Romney: “una preparación impecable, una expresión clara y precisa, una disposición tanto a atacar como a defender, y una capacidad de mantener su énfasis en su principal mensaje”, en este caso, el que Obama ha fracasado en su intento de solucionar la crisis económica y hay necesidad de reemplazarlo por un hombre de negocios como él, Romney.

El republicano demostró también, dice Fallows, una anticipación de los argumentos del rival, habilidad para emitir un insulto político o demostrar cierta dosis de humor y especialmente, tenacidad en mantenerse fiel al mensaje.

“La mejor manera de juzgar la victoria en muchos debates es bajar el volumen a cero y ver si los candidatos están tensos, malhumorados, o cualquier señal que den con su lenguaje corporal”, escribe Fallows. Según eso, el primer debate fue fácil de analizar: Obama no miraba a Romney en los ojos, aunque a veces los tenía fijos en la cámara como si hablase al pueblo; pero generalmente miraba para abajo, o al moderador como buscando consentimiento; en ocasiones tartamudeaba o le faltaba el habla. Parecía incómodo y fuera de lugar.

Parecía, en suma, otra persona, distinta a quien la gente conoce. Así como - acusó Obama - Romney parecía otra persona por los virajes bruscos de posiciones que enunció en esa eventualidad.

Romney parecía animado, despierto, agresivo. Presidencial.

“A pesar de que Romney es menos eficiente, como orador ante grandes públicos, que Barack Obama... los debates son y siempre fueron su punto fuerte”. Romney, experto en debates desde la juventud, tuvo una larguísima temporada de preparación - las primarias del partido Republicano, en donde presenció como uno tras otros, los candidatos que lo retaban se iban rezagando, metiendo la pata, fracasando y finalmente abandonando la contienda.

Con la misma determinación férrea tuvo sus tres debates con el candidato demócrata cuando ganó la gobernatura de Massachusetts en 2002; múltiples con importantes políticos republicanos durante las primarias de 2008, dos con Teddy Kennedy, en 1994, cuando surgió a la arena pública intentando llegar a senador federal y 27 debates en las primarias actuales de 2012.

Romney, para los debates, no carece de importantes defectos. Aunque es difícil desconcentrarlo, si se logra olvida el libreto y se pierde; se niega a dar detalles; cambia de posturas de acuerdo con la necesidad y a veces no lo hace tan elegantemente. Además, agrega el autor “tiene una tendencia a que sus declaraciones espontáneas suenen vacías y erróneas”, como cuando apostó diez mil dólares con el gobernador de Texas Rick Perry en pleno debate, algo que fortaleció su percepción de hombre rico e indiferente al pueblo.

“No tiene realmente creencias [políticas] inamovibles. Y si uno tiene problemas en acordarse lo que debe decir, es difícil ser convincente”. En suma, no puede improvisar.

Sin embargo, todas sus virtudes lo convierten en un formidable candidato.

Especialmente, ante un Obama a quien Fallows describe - y esto fue antes de la terrible actuación del demócrata - como quien “enfrenta una realidad desilusionante”,... “confronta las consecuencias de vivir en una burbuja presidencial”,... “sucumbe a la tentación de no prepararse lo suficiente” (como realmente fue) y finalmente, “sufre el peso de expectativas exageradas”.

Una cosa es cierta: contrariamente al primer debate, en éste, Obama no puede perder la discusión. Perdería la presidencia. Quizás por eso se ha tomado tres días completos dedicados a los preparativos, en Williamsburg, Virginia, en donde "sus asesores le instruyen a que de respuestas certeras y concisas", como dice hoy el Wall Street Journal.

La pregunta, agrega la misma publicación, es si todo eso será suficiente.

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