Guido Ardaya: De la humilde choza boliviana al manejo de presupuestos millonarios en Estados Unidos

La vibrante historia de Guido Ardaya

No es necesario hacer una exhaustiva investigación para concluir que son muy pocas las personas que han nacido en alguna humilde aldea de algún país latinoamericano y han llegado a ocupar cargos importantes en el gobierno de Estados Unidos y han contribuido a su desarrollo y su progreso

Pero HuffPost Voces encontró a uno y se llama Guido Ardaya. Nuestro entrevistado nació en 1943 en Muyupampa, Bolivia, muy cerca de la Higuera, en donde fue abatido el Che Guevara en 1967 y nos explica cómo fue su infancia:

“Mi pueblo era tan pequeño que no existía ningún hospital. Ni siquiera un doctor. Únicamente había una partera. Mi padre tuvo muchos hijos antes de conocer a mi mamá, quien ya tenía dos hijos. Mis padres se casaron con el tiempo, y su unión les dio seis hijos, ¡éramos trece hermanos! Nuestra familia era tan grande que el sueldo de mi padre nunca alcanzó. Pero mi madre fue un gran apoyo para mi padre porque además de ser costurera lo ayudaba haciendo pan en hornos de barro para vender”.

Pero a pesar de todo, nos dice que su niñez fue hermosa. “Jugábamos al trompo, a las escondidas, cazábamos pajaritos y lagartijas con una onda y hacíamos pelotas de trapo que mojábamos con gasolina para jugar en las noches a la ‘pelota quemada’”.

En 1953 Guido se fue al pueblo de Santa Cruz a vivir con su tía Braulia, y un año después llegaron sus padres y su papá consiguió trabajo en la oficina municipal que regulaba el orden y ornato del pueblo.

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“Mi padre fue un hombre muy trabajador y responsable, pero nunca ganó lo suficiente para solventar los gastos de su enorme familia. Fue un hombre muy dulce y nunca violento. La disciplina la daba mi madre. La función de disciplina recayó en las madres de esa época porque los hombres estaban en el campo, la selva y las minas por lo que las mujeres eran las que educaban en casa”, recuerda.

En Santa Cruz, Guido vivía en un barrio en donde todos se conocían. “Sabíamos la historia de cada uno de nosotros, pero en Santa Cruz y Rio Grande los servicios sanitarios eran escasos y utilizábamos pozos sépticos, se vivía de forma muy rudimentaria. Acarreábamos el agua en baldes y nos bañábamos en el patio de atrás de la casa. Fuimos tan pobres que varias veces no celebramos la navidad, mi papá buscaba la forma de alimentarnos y darnos techo. En ocasiones pedía dinero prestado con intereses del 10 por ciento para salir adelante”, recuerda nuestro entrevistado. “Mi niñez fue muy primitiva pero aprendí lo que es amar y ser amigo de la gente”.

Mi juventud

En su adolescencia Guido comenzó a trabajar en una panadería y estudiaba la secundaria por la noche.

“Fue difícil graduarme pero fui el único de mis hermanos que terminó el colegio. Me recibí en 1962, aunque la verdad no creo que existiera en mí la ambición de seguir una carrera. La persona que más me ayudó fue Jaime Zapata que fue conmigo a la universidad y hasta la fecha es mi compadre”, platica Guido.

“Cuando me gradué del colegio mi padre me ayudó para ir a la Universidad Mayor de San Simón, en Cochabamba. Hizo un gran sacrificio para conseguir el dinero para el pasaje a Cochabamba. Conseguí una beca universitaria que pagaba mis alimentos en el comedor universitario y para el resto de mis gastos me las ingenié. Cuando cursé la universidad eran momentos históricos en Bolivia porque existía el peligro de que la revolución cubana llegara al país. Los jóvenes estábamos preocupados porque el Ché Guevara estaba acampado ahí, y por otro lado, Estados Unidos quería contrarrestar la influencia del comunismo en Latino América”, platica.

La historia de Guido Ardaya

El gobierno de Estados Unidos, para contrarrestar la influencia y el avance de la guerrilla, dio gran apoyo a los militares en control del gobierno y a los curas norteamericanos para que establecieran organizaciones en las universidades que ayudaran a los estudiantes a conseguir becas en el exterior.

Guido afirma que el padre Robert Sullivan, quien hoy es su gran amigo, fue gran parte de su vida. “Él formó el Frente Universitario Revolucionario Cristiano y la Juventud Universitaria Católica, cuyo objetivo era que los comunistas no tomaran el control de la universidad porque es bien sabido que toda ideología se fomenta en las universidades. Milité en ambas organizaciones en contra del comunismo”.

Los Estados Unidos

En 1968 Guido Ardaya consiguió una beca patrocinada por Estados Unidos y México mediante un tratado internacional para estudiar en los Estados Unidos.

“El presidente Lyndon B. Johnson nos recibió a todos los becarios. Fue increíble estar en la Casa Blanca”, afirma. “Estudié inglés en St. Luis University y después arquitectura en el Instituto Tecnológico de Nueva York. Finalmente me gradué con una licenciatura como arquitecto y con un doctorado en Ciencias y Planificación en la Universidad de Tennessee en Knoxville, en donde me casé con Mary Parooks, originaria de San Luis Missouri, pero decidimos irnos a trabajar a Bolivia”, platica Guido.

Ardaya tenía la ilusión de aplicar sus conocimientos en su amada Bolivia pero no todo ayudó al nuevo arquitecto a realizar su sueño. “Trabajé tres años en desarrollo urbano en mi país donde nació mi primer hijo, David. Pero nos regresamos a Estados Unidos porque Mary no se adaptó a la cultura y costumbres bolivianas”.

Guido Ardaya regresó a Estados Unidos en 1976 donde había conseguido trabajo en la Reserva Indígena Choctaw como especialista en desarrollo industrial.

“Tuve que buscar casa y lo más cercano a la reservación era la ciudad de Filadelfia en donde viví una muy mala experiencia. No me querían alquilar ninguna vivienda por mi acento latino, y sufría todos los días de discriminación racial. Filadelfia fue un lugar inhóspito. Pero los indios Choctaw me recibieron muy bien. Me hice muy amigo del Jefe Calvin Isaac, un gran ser humano y al que le guardo mucho respeto y que me dio la oportunidad de demostrar mis inquietudes profesionales y de crecer junto con la tribu. Construimos un parque industrial en la reserva india, que hoy lleva el nombre de Choctaw Industrial Park. Conseguimos atraer una planta que fábrica alternadores y partes eléctricas para autos”.

Guido cree que ahí empezó a cambiar su visión sobre la vida. Se convirtió en un apasionado del avance comunitario, económico y el desarrollo urbano y rural.

“Lo que viví en la reservación india nunca se me va a olvidar. Vi gran pobreza en su gente. Pero ahora gracias a los casinos que están en sus tierras se ayudan a combatir la pobreza. Fue muy triste ver como se les explotaba. Tenían un alto grado de suicidios agravado por el elevado consumo del alcohol, a raíz de la falta de reconocimiento y la falta de autoestima. Eran muy sensitivos y vivían tan aislados del resto del mundo, se encasillan en ellos mismos. Vivían en lo que se llama ‘gossip’: Pueblo chico infierno grande”, afirma nuestro entrevistado.

Nuestro entrevistado afirma que él ha sido muy crítico de los Estados Unidos, pero reconoce que es un país extraordinario internamente y extremadamente completo que ofrece todo: libertad de expresión y potencial para desarrollarse económicamente pero para comprenderlo hay que entender la forma de vida y pensar como americano.

“Como arquitecto latino las ciudades americanas me parecían desiertas, no había humanidad. Viví en Nueva York en donde me sentí muy solo, entre tanta gente, donde todos caminan como zombis. Visité los guetos en San Luis y me decepcioné al ver tanta pobreza y crimen en el país más poderoso del mundo. En los cuarenta años que he vivido en este país he hecho un conteo de las agresiones bélicas a otros países y no me queda duda de que somos un país violento y de que se invierte poco en desarrollar comunidades sociales”, dice con claridad.

Mi maestría

Cuando Guido terminó su maestría en Ciencias de la Planificación en la Universidad de Tennessee encontró un trabajo temporal como arquitecto en San Luis, Missouri, y trabajó con el actual gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, quien era el secretario del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano (HUD), y después con Terry Goddard, ex alcalde de Phoenix, ex procurador de Arizona y delegado de HUD en ese estado”, platica.

“Mary mi primera esposa se quedó en Mississippi, mientras yo encontraba vivienda. Robert Sullivan, quien fue mi mentor en Bolivia, dejó de ser cura, estaba viviendo en Phoenix y me recibió en su casa”, platica nuestro entrevistado.

Guido trabajó en el condado Maricopa hasta 1996 y su función fue promover el desarrollo en coordinación con la Cámara de Comercio, el Credit Convention Bureau y el Greater Phoenix Economic Council. Fue el administrador general de la zona empresarial del oeste del Condado de Maricopa.

“Ahí conocí a representantes de National Council of La Raza (NCLR) y me contrataron por medio del Fondo Federal de Desarrollo Económico (EDA) para un proyecto piloto sobre desarrollo industrial en la frontera de México y Estados Unidos (desde Matamoros hasta Los Ángeles)”, platica. “Posteriormente fui reclutado por NCLR para dar capacitación a las corporaciones y funcionarios municipales y para ayudarlos al desarrollo de su economía.

Recorrimos la frontera de localidad en localidad ayudando a las comunidades a conseguir fondos para construcción y negocios. Trabajé con ellos bajo la dirección de Raúl Izaguirre, hoy embajador de Estados Unidos en la Republica Dominicana y que era el presidente de esta organización. Ahí conocí al congresista Ed Pastor que me invitó a trabajar como planificador de desarrollo económico del Condado Maricopa donde permanecí por 18 años hasta que por políticas internas me forzaron a jubilarme”, nos narra.

El Guido de hoy

“El gobierno federal me ofreció ser parte de ‘Community Builder’, creado por Bill Clinton pero el generador de la idea fue Andrew Cuomo. Reclutaron a más de 700 profesionales y les dieron empleo como Community Builders (Constructores de la Comunidad). Nos desplazaron en todos los estados de la Unión Americana y nos pusieron al frente de los programas de HUD.

Después el presidente Bush eliminó todo el programa pero a los que fuimos reclutados nos dieron la oportunidad para otro trabajo de HUD. Me dieron el cargo de “Senior Community Planning and Development Representative”. Mi función era acreditar los fondos que se daban a las ciudades y a las corporaciones no lucrativas. Supervisaba aproximadamente 25 millones de dólares en subsidios”.

Nuestro entrevistado actualmente es voluntario en un programa llamado ‘Reading Block’, que enseña a los niños a que adopten su propia personalidad y respeto a través de la lectura. A proyectarse y a fomentar su dignidad e identidad. “También he sido voluntario con el programa Junior Achievement, que informa a los niños sobre lo que es economía global y cómo enfrentarse en un mundo desconocido”, dice.

¿Cómo ayudar?

“En Estados Unidos hay quienes dicen que detestan al inmigrante pero este país no tiene una política integrada y la fuerza laboral mexicana y latina es necesaria”, opina Ardaya.

“El inmigrante es un fantasma en los Estados Unidos, que permanece en la sombra, amedrentado y temeroso. Muchos políticos no se dan cuenta que los Estados Unidos están comiendo del trabajo de los que van a meter presos. Se tiene que terminar la xenofobia hacia el inmigrante para que avance el país”, afirma. “También los estadounidenses deben entender la idiosincrasia del latino. Por ejemplo, si en los países latinos le silbas a una chica que va pasando es un halago, pero si aquí haces lo mismo te meten en la cárcel. Ahí empieza el problema”.

Ardaya está escribiendo un libro que espera sea el legado de la experiencia que le ha dado la vida. “Mi visión es ver a las Américas, Norte, Centro y Sur, unidas por el libre comercio, desarrollo, ciencias y educación”, afirma. “Hay que tener pasión y amor por lo que haces, porque es lo que le inculcas a los hijos” dice y luego ejemplifica:

“Mi hijo David, que nació en Bolivia, es doctorado en optometría, su esposa es de descendencia china y ya tienen dos bebés. Mis otros hijos, Amy y Fabián, nacieron de mi matrimonio con Gloria, mi segunda esposa que es argentina y de profesión contadora. Somos una familia multiétnica y nos sentimos muy orgullosos de nuestro origen. Eso es América hoy en día, y me refiero al continente americano. Somos multiétnicos, ya no solo en los Estados Unidos. Pienso que se debe crear una organización que fusione la cultura y el respeto por todos”.

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