Por Paula Spencer
Estaba tratando de hacer dos cosas al mismo tiempo -cocinar mientras descifraba unos documentos (en el cuarto de al lado). Ya me habían interrumpido mil veces pidiéndome bocadillos, con sus gritos por las pinturas de agua derramadas, preguntándome qué les gusta comer a las ardillas, y las discusiones acerca de que si las nubes podrían ser azules y las flores podrían ser verdes. ¿Acaso mencioné que mi hernia de disco en la espalda me palpitaba aún más que mi cabeza? Aún así, no hay excusas para mi comportamiento aquella tarde.
Hice erupción como el Monte Mamasubio: "¡Suficiente! ¡Fuera de aquí! ¡Dejen de molestarme!". La mirada en las caras de mis hijas lo decían todo. Mi niña de dos años con sus ojitos abiertos de par en par. Mi niña de cuatro años frunció el ceño y se metió el pulgar en la boca. De inmediato deseé poder meterme mis palabras de vuelta a la boca. Definitivamente esas palabras no salieron de mi corazón, ni de mi cerebro.
Todos reconocemos lo que no deberíamos decir algunas veces, dejando a nuestros hijos sintiéndose lastimados, enojados, o confundidos.
Lee a continuación algunos de los tropiezos verbales más comunes que los papás y mamás hacen, aparte de las alternativas más gentiles y amables.
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