Las Politiqueras, tradición electoral en el sur de Texas

Las Politiqueras, tradición electoral en el sur de Texas

A Herminia Becerra la llaman la “reina de las politiqueras”, un apodo ganado a pulso por ser el personaje más conocido de este grupo de mujeres hispanas que en cada época electoral son contratadas por algunos candidatos que buscan votos en el valle sur de Texas.

A sus 83 años de edad, señaló que su trabajo es “levantar el voto ausente” entre la comunidad latina de ancianos, incapacitados o quienes no puedan ir a votar o no sepan que “el voto es su voz y es su firma”, es la frase que usa constantemente con ellos.

Aseguró que antes de las elecciones del 6 de noviembre, planea visitar unas 5,000 casas en la ciudad texana de Brownsville.

Aparte de las visitas domiciliarias, con su gorra y ropa de proselitismo a favor de varios candidatos, generalmente demócratas, una multitud de carteles y propaganda, Herminia y su grupo se apostan frente a los edificios de precintos y cortes para hablar con la gente.

“Es mi único vicio, ayudar a la gente”, dijo a HuffPost Voces en una entrevista telefónica.

“Aquí en el Valle hay mucha gente deshabilitada o huevona que no van a votar, por eso vamos personalmente a buscarlos para ayudarlos a que voten por un perro sarnoso si quieren, pero que voten”, comentó sobre la tarea que realiza desde 1957.

Se confiesa simpatizante del Partido Demócrata y por eso sus objetos de proselitismo van desde “un ciento por ciento por el presidente Obama”, candidatos a jueces y fiscales locales y representantes estatales, hasta a favor del aspirante presidencial de México, Andrés Manuel López Obrador.

Hace cuatro años, las “politiqueras” apoyaron activamente a Hillary Clinton en las elecciones primarias demócratas por la candidatura presidencial, lo que contribuyó a su triunfo estatal con la aportación de unos 100,000 votos de la zona fronteriza del Valle del sur de Texas. Se dio a conocer entonces que la campaña de la ahora secretaria de Estado pagó entre 100 y 200 dólares por participante en el proselitismo entre la comunidad hispana.

Herminia dice que en las últimas décadas ha aportado mejorías y servicios a su barrio, promovido programas de estampillas en el Valle, atención médica a familias en hospitales de Houston. “Yo sé arreglar todo con la política, con el verbo, pero fue la gente quien me educó en todo el problema social”, aseguró sobre su activismo comunitario.

Originaria del ejido El Tahuachal cerca de Matamoros, Tamaulipas, Becerra dice que cruzó a Estados Unidos con su familia para venir al trabajo agrícola y después se naturalizó ciudadana estadounidense. “Yo trabajé en el tomate en Ohio, conocí el azadón en cosechas en Nebraska y Michigan, conozco bien esa labor del campo”, precisó.

A pesar de todo, el papel de las “politiqueras” es muy cuestionado en las regiones de Brownsville y McAllen.

“Es un negocio”, opinó Sylvia Garza-Pérez, lideresa demócrata en el condado de Cameron, sobre la labor electoral de esas mujeres porque “trabajan para personas que les pagan, ya sean candidatos demócratas o republicanos y en otras partes de Estados Unidos”.

Aunque comentó que las politiqueras continuarán existiendo, reconoció que ya no son tan poderosas como antes, pero sí ayudan a conseguir más votos de la gente.

Otros grupos políticos las acusan de corrupción, de influir en el votante y hasta llenar la boleta electoral a favor del candidato que las contrata y de promover el fraude electoral, por eso piden que se prohíban sus actividades.

Una de esas organizaciones, “Ciudadanos contra el abuso al votante” (CAVA, por sus siglas del inglés) ofreció una recompensa de 5,000 dólares, a quien denuncie un fraude contra un votante y su meta prioritaria es finalizar la práctica de las “politiqueras”.

La presidenta de CAVA, Mary Helen Flores, acusa a las “politiqueras” de ir a “cosechar” el voto de la gente, al disponer de boletas enviadas por correo a ancianos en asilos, llenarlas por ellos y enviarlas. “Es un voto ilegal que arruina la autenticidad de las elecciones”, dijo.

“No hacemos nada malo, todo lo hacemos dentro de la ley y aquellos que protestan contra nuestro trabajo es porque se molestan cuando pierden en las urnas”, aclaró Herminia, cuyos candidatos generalmente obtienen el triunfo.

También negó que reciba pago alguno por su labor de proselitismo político, “porque si les cobrara a los políticos, me pusiera un teip (tape) y no pudiera decir lo que quiero, además como viuda vivo de la pensión que me dejó mi marido y del seguro social”.

No obstante, se calcula que las “politiqueras” funcionan con contratos formales con los candidatos que ascienden a miles de dólares por campaña.

“He escuchado que los candidatos llegan a aportar de 20,000 a 25,000 dólares a un grupo de politiqueras, por campaña”, reveló la profesora de ciencias políticas de la Universidad de Texas-Pan American, doctora Jessica Lavariega.

Ellas establecen un contrato laboral con el candidato, en el que se detalla la cantidad y lo que se promete de parte de las activistas electorales y trabajan en una campaña para movilizar el voto a su favor, agregó.

Describió que este grupo de mujeres viven en barrios populares, tienen un verdadero contacto con la comunidad y la gente les tiene confianza porque son gente del pueblo como ellos y arreglan las cosas en el lugar, por eso los candidatos las buscan.
“Las politiqueras son una vieja tradición en esta parte de Texas que comenzó alrededor de los años sesenta, cuando se hacía política a través de las familias numerosas que resultaban sus redes de comunicación”, describió Lavariega.

Margarita Ozuna es otra “politiquera” de Brownsville. Ella dice que su labor en Texas está bien calendarizada para tener trabajo casi todo el año. Después de esta actividad intensa antes de los comicios de noviembre, señala que descansan durante diciembre y enero, a fin de prepararse para las elecciones de marzo y mayo.

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Desde 1997 que realiza esta labor, Ozuna ha aprendido a organizar reuniones de varias docenas de personas, a los que concientiza del voto por micrófono, organiza visitas a casas y apartamentos y hasta les lleva regalos, relató.

“Les hablo de la importancia de su voto para alcanzar los beneficios y comodidades de las ciudades grandes, así como de lo fundamental que es apoyar a candidatos que ofrezcan cambios y leyes que beneficien a nuestra comunidad”, dijo.

Se queja de las agresiones que han recibido, como la demanda legal que les interpuso el representante estatal republicano Rubén Peña, el que perdió la contienda para comisionado del condado contra Ernie Hernández por 49 votos. “Anduvieron con mi foto casa por casa, asustaron a la gente para que testificara en contra de nosotras, pero en realidad su enojo fue porque perdió las elecciones”, mencionó.

“¡Somos muy aguerridas! Y eso no les gusta a nuestros críticos”, aclaró Ozuna.

También hay politiqueros varones como Genaro Ochoa, quien vive en el área de McAllen y el condado de Hidalgo, afirma que sí reciben pago, por lo menos él cobra alrededor de 10 dólares por hora para coordinar un grupo de 10 a 20 personas.

“Ayudamos a razonar su voto más que promover al candidato, hacemos caminatas para hablar con la gente, los visitamos y nos damos cuenta de que hay quienes no quieren votar o no pueden o no tienen la cultura de votar, incluso gente mayor que nunca ha votado porque no sabe llenar la forma electoral”, añadió.

Sin duda, cree que el contacto personal, cara a cara, funciona mejor que las llamadas telefónicas de voluntarios del partido demócrata local a los votantes.

Ochoa perteneció 14 años a la Unión de Campesinos de César Chávez en California, hasta que se mudó a Texas en 1992 y en esta elección promueve el voto a favor del superintendente del distrito escolar de La Joya.

“Hay 250,000 votantes registrados que pueden votar en esta región y sólo sufragan 50,000 y esa es una realidad que debe cambiar”, aseveró.

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