Joe Biden sabe de qué se ríe

Joe Biden sabe de qué se ríe
This combo made from file photos shows Vice President Joe Biden, left, and Republican vice presidential nominee Paul Ryan. In some ways, these presidential ticket No. 2s could not be more different. But in other ways, the 42-year-old Republican congressman and 69-year-old Democratic vice president are very much alike. (AP Photo)
This combo made from file photos shows Vice President Joe Biden, left, and Republican vice presidential nominee Paul Ryan. In some ways, these presidential ticket No. 2s could not be more different. But in other ways, the 42-year-old Republican congressman and 69-year-old Democratic vice president are very much alike. (AP Photo)

Ante el vuelco dramático de la opinión pública luego del primer debate entre Barack Obama y Mitt Romney, cuando la ventaja que los demócratas llevaban en las encuestas se evaporó y el republicano pasó a la delantera, todo dependía del vicepresidente Joe Biden. De Biden dependía cambiar el rumbo nefasto que la percepción de los medios tenían de la campaña. De Biden dependía casi quién ganará las elecciones en noviembre, quién será el próximo presidente, y de hecho, cuál será el rumbo del mundo en los próximos cuatro años.

En cambio, de Ryan se esperaba una sola cosa: no perder.

¿Lo logró?

El encuentro fue caótico. Fue intenso. Fue difícil. Fue reñido.

El único debate entre los compañeros de fórmula, el vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden y el retador y congresista republicano Paul Ryan fue todo eso. Fue histórico.

Porque fue inteligente.

El nerviosismo se sintió entre el público, en la moderadora antes del inicio, en los conductores de programas de televisión.
Pero los dos participantes estuvieron plenos, tranquilos. Debatieron con respeto e increíble elocuencia.
Especialmente Biden, que en ello contrastó violentamente con la performance del presidente Obama, que ahora se vio aún más descolorida, floja, mustia.

Biden y Ryan fueron muy buenos. Ryan fue serio, respetuoso, extremadamente articulado y conocedor, aunque a veces fue demasiado abundante con los números. Pero en estilo, junto con su conocida grandilocuencia, junto con sus errores y tartamudeos que ya lleva 40 años presentándolos, la presentación de Biden se debilitó al grado de poder ser comparado con el desastre que fue Al Gore en 2000, cuando miraba el cielo y suspiraba con desesperación como si algo en lo que el entonces candidato republicano George W. Bush decía algo que no le gustaba. Ningún momento más claro en ese sentido que en el minuto 16, cuando Biden interrumpió exclamando “Oh, Dios”, escandalizado por algo que el otro dijo.

Fotos debate vicepresidencial

Pero, ¿de qué se reía Biden? En principio, tratando de ridiculizar a Ryan y Romney. Pero quizás porque estaba sintiendo que comparado con su jefe en el primer debate, él lo estaba ganando.

Y quien ganó fue el periodismo, porque Martha Raddaz, la moderadora, corresponsal de guerra de ABC durante mucho tiempo, controló y evitó excesos, fue interesante, fue inquisitiva, no aceptó palabras vacuas ni ataques negativos ni evasivas.

Los candidatos debatieron los importantes temas del momento, con especial énfasis en política exterior, una ventaja para Biden que fue por años presidente del comité de Relaciones Exteriores del Senado: el ataque contra el consulado estadounidense en Libia y la muerte del embajador, Hablaron de Afganistán, de Siria, de la economía, del derecho al aborto, de Medicare y Seguridad Social, del papel de la religión en su vida, de la amenaza nuclear de Irán.

Y en todos ellos, Biden no calló la crítica. Mencionó el famoso discurso secreto de Romney sobre el 47 por ciento del público que no paga impuestos y vota por los demócratas. Que en otro discurso Ryan dijo que el 30 por ciento de la gente solo quieren recibir. Que Romney dijo que Detroit - la industria del automóvil - debe morir y los “foreclosures”, los embargos hipotecarios, deben seguir. “Esta gente de la que hablan son mi mamá y mi papá. Ellos pagan más impuestos que Romney”.
Ryan contestó con números, con calma, con insistencia. Biden retrucó que “váyanse, salgan del camino, no obstaculicen”.

Fue un excelente debate entre - la primera vez en la historia - dos candidatos católicos al segundo puesto más importante del país (y ambos irlandeses). Un debate en el que quienes quisieron, pudieron aprender sobre la magnitud de la democracia estadounidense. Quienes quisieron, vieron ganar a su caballito de batalla. Algunos habrán cambiado de opinión.
Y la pregunta ahora es, si, como dijo el analista republicano, el cubanoamericano Alejandro Castellanos, Joe Biden logró su objetivo: darle a Barack Obama una semana de respiro, detener la hemorragia en las encuestas de opinión pública, permitirle una segunda vuelta en el debate del próximo martes y permitirle resarcirse de las malas noticias en los últimos días.
Entonces, ¿quién ganó? Es temprano para decir. Si fue Biden, ¿alcanzó para detener el impulso de Romney en su carrera hacia la presidencia?

Una encuesta de la primera hora del debate publicada por The Huffington Post pone a Biden como vencedor por 65 por ciento contra 35 por ciento de Ryan. El sondeo anecdótico e incompleto de HuffPost Voces da un porcentaje similar de victoria al vicepresidente. El tiempo dirá. Un sondeo relámpago de CBS News dio a Biden 50 por ciento, 31 a Ryan y 19 por ciento dijeron que no sabían. Otra encuesta relámpago, esta vez de CNN, en cambio, le da a Ryan una victoria de 48 por ciento contra 44 por ciento para Biden.

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