Connie Mack: Impuso un récord imposible de batir; 50 años al frente de los Atléticos

El récord imposible de romper

** Contrató al colombiano Luis Castro, igual que a Ty Cobb.

** Posee un récord que parece realmente imposible de batir.

** Sus ahorros invertidos en una franquicia de las Grandes Ligas.

CORAL GABLES, Florida (VIP-WIRE).- Dicen que todos los récords se imponen para ser superados.

¿Cierto?

Pues, no. Hay uno que se ve imbatible.

Al terminar la temporada 2012 despidieron al mánager de los Medias Rojas, Bobby Valentine, no obstante que solamente había dirigido a ese club durante un año, y aún cuando estaba firmado hasta 2013. Y cuando envío este trabajo, se esperaba que igualmente botaran a Oswaldo Guillén de los Marlins, también después de sólo una campaña de labor con ellos.

Mánagers de un año. Y los ha habido echados antes de culminar la primera temporada del contrato.

Por eso la marca de Connie Mack, de 50 años consecutivos dirigiendo a los Atléticos, entonces de Philadelphia (1901-1950), es un récord escandaloso, el cual nadie ha amenazado siquiera en 62 años. Por supuesto, hubo un motivo poderoso para eso...: Él era igualmente propietario de esa organización.

Es cierto lo que reza el histórico dicharacho...: “A los mánagers los contratan para ser despedidos”.

Pero eso es mentira si uno también es dueño del club.

En este diciembre, el 22, hará 150 años del nacimiento de Mack, en East Broookfiel, Massachusetts. Lo bautizaron, Cornelius Alexánder, lo que combinado con su real apellido, McGillicuddy, no era un nombre apropiado para alguien a quien mencionaban a menudo. Por eso surgió lo de Connie Mack, que es más abreviatura que apodo.

A los 22 años apareció Mack como catcher por las menores, hasta que en 1886, a los 24 de edad, llegó a las Mayores con los Senadores de Washington, que eran en esa época de la Liga Nacional. Más tarde fue también de los Piratas, con quienes se convirtió en mánager-pelotero en 1894.

Se retiró como bigleaguer en 1896, con promedio de 244 en 11 campañas, y decidió invertir sus ahorros en el beisbol. Por eso, cuando Ban Johnson organizó la Liga Americana, le compró la franquicia de Philadelphia, llamó Atléticos a su equipo y comenzó a competir en la venta de boletos con los Phillies, que habían sido únicos en la ciudad desde 1883.

Mack fue original y legendario en muchos aspectos. Por ejemplo, jamás se uniformó durante el medio siglo que dirigió a sus Atléticos. Usaba saco, corbata y un sombrero de los que llamaban “de pajilla”, porque los hacían de un vegetal muy seco, pero igualmente duro, fuerte.

Además, nunca salió del dugout para protestarle a los umpires. Si lo creía necesario, los llamaba, y cuando se acercaban daba a conocer su protesta.

Otra de las ocurrencias de Connie Mack, fue que en su entusiasmo por ganar juegos, guardaba en el refrigerador la mitad de las pelotas que suponía se usarían al día siguiente. Y esas las marcaba con una pequeña X. Su pitcher y su catcher pedían al umpire cambio de bola cuando no veían la X. Es que si las pelotas pasan la noche en una nevera, al día siguiente son poco salidoras.

Después de los primeros 14 años exitosos, incluso cinco títulos de la Liga y tres victorias en Series Mundiales, Mack negoció a sus principales figuras, por lo que el club se vino abajo, y siete veces fue último, con récords tan horribles como el de 36-104 en 1919. Fue por esos días cuando un periodista resentido por tantos fracasos seguidos, publicó que los Atléticos eran “tan inútiles como un elefante blanco”.

Lo que hizo Mack fue enviarle una postal al reportero, en la cual le decía...: “Muy agradecido por el slogan”. Y desde ese día, los Atléticos son conocidos como el club del elefante blanco.

Apenas comenzó la temporada de 1902, Connie Mack perdió a su segunda base, Nap Lajoie, vía Indios de Cléveland, debido a una disputa con los Phillies. Para cualquier otro propietario de equipo y para cualquier otro mánager, eso hubiera sido una tragedia, porque Lajoie había bateado para 324 o más en seis campañas seguidas, incluso 426 en 1901. Es decir, era de los mejores bigleguers al bate. Pero Mack confiaba en que siempre encontraba cómo solucionar los problemas.

Y apenas se fue Lajoie, lo visitó cierto amigo, procedente de un pequeño pueblo de Pennsylvania, quien le informó...:

“He visto jugar en estos días a un muchacho que es pitcher, pero también juega como infielder”.

Mack no lo dejó decir más nada y solo le lanzó con tono imperativo...:

“¡Mándamelo!”.

Dos días después, el 23 de abril de ese año, 1902, el colombiano Luis Castro, de 25 años, nativo de Medellín, era el segunda base de los Atléticos. Fue el primer bigleaguer latinoamericano en el siglo XX, y el segundo en la historia, después del cubano Esteban Bellan en 1871 con los Troy Haymakers de Nueva York, en la National Association.

Toda la vida de Cornelius transcurrió entre decisiones no meditadas. Solía recalcar...:

“Uno tiene que vivir, y para vivir hay que tomar decisiones. No es posible hacer algo sin decidirse”.

En la tarde del dos de noviembre de 1926, Connie había invitado comer a dos amigos, y uno de los meseros del restaurant se le acercó para susurrarle...: “¿Se enteró de que los Tigres dejaron libre a Ty Cobb?”.

No. Mack no lo sabía. Y entonces, como aún no era época de celulares, pidió prestado el teléfono del negocio, llamó a su oficina y dio una orden...: “Por favor, localicen a Ty Cobb”.

Solo pasaron 72 horas, que en 1926 era muy poco tiempo, antes de que Connie Mack tuviera a Cobb al teléfono.

“No tienes por qué retirarte, ya que tú a los 39 años de edad, eres mejor que la mayoría de los jóvenes de 20” le dijo, “creo en tí, por lo que tienes un sitio en mi róster”.

Hablaron varias veces más, y se pusieron de acuerdo. Pero Mack quiso guardar el anuncio hasta el ocho de febrero de 1927. Esa noche se celebraba la cena anual de la Major League Baseball Writers Association of América, y el viejo sabio sabía que la presentación de Cobb ante la sociedad beisbolera de Philadelphia, necesitaba un marco de la más alta magnitud. Fue un éxito rimbombante hacerla en ese acto de la MLBBWAA.

FOTO: Connie Mack con Ty Cobb, continúa la lectura debajo

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Cobb estuvo dos años con los Atléticos, los últimos de su carrera de 24 temporadas, y bateó para 357 y 323, o sea, que Mack tenía razón cuando dijo que a su edad, era mejor que cualquier joven de 20.

Connie Mack se apartó del beisbol, después que al terminar la temporada de 1950, vendió a sus Atléticos, para que se los llevaran a Kansas City, y más tarde a Oakland. Sus íntimos dijeron que le producía gran pesar, ver que su obra de 50 años, fuera a buscar mejor vida más allá de Philadelphia.

Como mánager durante 53 años, ganó nueve campeonatos y tres Series Mundiales, y en 17 ocasiones terminó último. Salió victorioso en 3,731 juegos de temporadas regulares, y lo derrotaron en 3,948. En 1937 fue elevado al Hall de la Fama.

Sólo vivió cinco años sin su equipo, porque el seis de febrero de 1956, en su casa de Germantown, Pennsylvania, murió Cornelius Alexánder McGillicuddy, los 93 años de edad, víctima de males cardíacos.

Quienes le acompañaron hasta sus últimos instantes, revelaron que sus últimas palabras fueron una pregunta...:

“¿Cómo les parece el róster de los Atléticos para la temporada de este año?”.

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