El 29.1 por ciento de los adultos padece de asma, una enfermedad inflamatoria crónica de las vías respiratorias. Es un padecimiento para toda la vida aunque no se manifieste siempre. Cuando se activa, es desesperante. Las vías respiratorias se contraen, se inflaman, el aire no pasa bien, se crea mucha mucosidad, se aprieta el pecho, hay tos, se escucha un pito o ronquido y se dificulta la respiración. Si no se atiende el ataque agudo, la condición puede llegar a ser crítica para la vida.
Dramático, ¿verdad? Por eso la prevención del ataque es tan importante como conocerte a ti misma. Aparte del riesgo del ataque, el asmático tiende a ir con mucha facilidad del catarro simple a la bronquitis. Te invito a que tomes las siguientes precauciones:
Observa cuáles son tus triggers o condiciones que precipitan tus síntomas, que no son los mismos en todas las personas. Algunos de ellos son: humo de cigarrillo o cigarro, olores fuertes aunque sean perfumes, cambios abruptos de temperatura o de clima, polvo, polen, humo industrial, arena del Sahara o diferentes alergias. La reacción al humo del cigarrillo a menudo va más allá de oler el humo directamente. Tan solo con su olor, una persona que acaba de fumar o un fumador habitual puede provocarte síntomas. Los asmáticos desarrollan una hipersensibilidad a lo que les hace daño y perciben las condiciones del ambiente y los olores más fuertemente que los demás.
Reconoce tus síntomas individuales. Hay asmáticos cuyo primer síntoma es una tos seca que usualmente ignoran. Otros sienten mareos, mientras otros se sienten cortos de respiración o sienten un ronquido. Por las dudas, anda siempre con el medicamento de rescate, un inhalador que tu médico debe haberte recetado.
Una vez que conoces lo que te provoca síntomas, evítalos. Por ejemplo:
OJO CON ESTAS SUPERFICIES QUE PUEDEN TENER POLVO Y OTROS IRRITANTES PARA TUS VÍAS RESPIRATORIAS:
MEJORA TU SISTEMA INMUNOLÓGICO CON ESTOS ALIMENTOS: