Paul Ryan y los 'anchor babies': una mirada compasiva (segunda parte)

Paul Ryan y los 'anchor babies': la mirada compasiva

Segunda de dos partes

Las críticas al video del candidato republicano a vicepresidente, Paul Ryan, en el que acepta el término "anchor babies", utilizado derogativamente para identificar a niños nacidos en Estados Unidos de padres indocumentados, ha echado más leña al fuego en el escrutinio que enfrenta Mitt Romney y su compañero de fórmula con posturas adversas a los latinos. Lea aquí la primera parte de la serie: Paul Ryan llama "anchor babies" a niños de padres indocumentados

En la primera parte de esta serie, explicamos que ese video había sido tomado hace un año, en Wisconsin, mientras Ryan sostenía una sesión de preguntas y respuestas en una asamblea pública.

Un militar retirado le había expresado al candidato republicano a vicepresidente que estaba en desacuerdo con aquellos inmigrantes – se refirió concretamente a los mexicanos – que cruzan la frontera, muchos con el fin de que sus hijos nazcan en Estados Unidos, y al amparo de la Enmienda XIV de la Constitución de Estados Unidos, se convierten automáticamente en ciudadanos estadounidenses.

Paul Ryan no sólo estuvo de acuerdo en que el exmilitar le llamara a estos niños "anchor babies", sino que pareció no apoyar a otra mujer, en la misma reunión, que protestó porque las del interlocutor eran opiniones "racistas y sexistas".

Políticos republicanos como el senador republicano de Carolina del Sur, Lindsey Graham, creen que estos niños no deben recibir la ciudadanía estadounidense. Varios portavoces entrevistados por HuffPost Voces también manifestaron su desacuerdo con la migración ilegal a través de la frontera México y Estados Unidos y explicaron sus razones de por qué las madres indocumentadas, que tienen a sus hijos en hospitales estadounidenses, se convierten en una carga pública para la nación.

Otros en cambio insistieron en que, a pesar de ser indocumentados, los inmigrantes contribuyen económicamente, especialmente en labores agrícolas, trabajos que no quieren hacer personas con estatus migratorio legal.

Pero el fenómeno de los niños de indocumentados y sus padres rebasa los límites de ser un asunto meramente económico y político, para entrar en un terreno ideológico, en que la perspectiva, desde la compasión y la humanidad, hacia familias que buscan una mejor vida, no se puede obviar.

De acuerdo con uno de los estudios más recientes del Pew Hispanic Center, institución que se dedica a la investigación de factores sociales económicos de la comunidad latina en Estados Unidos, el número de niños que nacieron en este país, de al menos un padre indocumentado fue de 350,000 en 2009, lo que representa un 8 por ciento del total de nacimientos en la nación.

Y un estudio del Center for Immigration Studies en marzo del 2011, estimó que alrededor de 200,000 niños nacen en Estados Unidos cada año de madres extranjeras, quienes han sido admitidas al país en carácter de visitantes, lo que incluye las categorías de turistas, estudiantes y trabajadores temporales.

En última instancia, no existen datos reales de cuántas de las inmigrantes indocumentados que ingresaron a Estados Unidos lo hicieron para tener hijos que sean ciudadanos estadounidenses, comparado con aquellas que respondieron a la falta de perspectiva económica en sus países de orígen. Esto hace que el debate se aleje del terreno de la realidad de los números para adentrarse en la especulación política en donde prejuicios y slógans pueden reemplazar una visión correcta de la realidad.

Mark López, Director Asociado del Pew Hispanic Center, con sede en Washington, D.C., dijo a HuffPost Voces que "es una realidad que no se puede obviar en estos momentos: hay 4.5 millones de inmigrantes indocumentados que tienen bebés aquí y esos niños son ciudadanos de Estados Unidos, ellos tienen todos los derechos como cualquier hijo de anglosajón, les guste o no".

"Con posturas como éstas [se refiere a la de Paul Ryan], se entiende por qué no hay mucho apoyo a los republicanos por parte de la comunidad latina para las elecciones del 6 de noviembre. Entre los latinos registrados, la mayoría dice que son demócratas, y piensan que la plataforma demócrata los favorece más", indicó López.

Margaret Robinson es una enfermera retirada en el area de Tucson, Arizona, quien trabajó por 20 años en un hospital de la zona, y asegura que "por sus manos pasaron muchas de estas madres indocumentadas y sus bebés".

“Yo hablo un poco de español por la necesidad que tenía de ayudar a estas personas [...] soy una enfermera y mi obligación era ofrecerle el mejor servicio a los pacientes […] es una realidad que son una presión financiera sobre nuestra economía, pero no las culpo a ellas, la culpa es del gobierno, ellas vienen aquí y nosotros los aceptamos y dejamos que sus hijos se conviertan automáticamente en ciudadanos de Estados Unidos", dijo a HuffPost Voces.

“Ellas no pasan la frontera diciendo que vienen a tener a sus hijos en Estados Unidos, ella dicen que vienen de compra y claro se quedan, son nueve meses de embarazo y un día, cuando ya se tienen que aliviar, se presentan en el hospital, qué le vas a decir, ¿que se vayan?, ¿le vas a negar la asistencia médica”, cuestionó la enfermera.

Ana Margarita Fernández Haar, quien ha trabajado por años en causas a favor de los derechos de las mujeres en Estados Unidos, y es actualmente la vicepresidenta de la New America Alliance (NAA por sus siglas en inglés) y New America Alliance Institute (NAA Institute), cree que el "factor humano y de compasión son vitales para entender el fenómeno".

"Los países de alto desarrollo, y que figuran en la lista de HDI (The Human Development Index Countries), siempre lo tienen y lo tendrán. No es nuevo, ni es algo que sucede sólo en Estados Unidos. Tal vez, otros países tendrán programas más organizados [...] En Europa, por ejemplo, la tendencia humana, con hijos o sin hijos, es el espíritu de superación, la gente quiere moverse a países con mayor posibilidades de vida. Siempre hay un movimiento de crecimiento, de buscar mejores oportunidades de vida", indicó la líder comunitaria a HuffPost Voces.

"Lo curioso de "anchor babies", basado en este deseo de superación, es que no sólo hay mujeres inmigrantes y pobres que prefieren que sus hijos nazcan aquí, sino también aquí vienen mujeres acaudaladas que pagan alto turismo, pagan sus partos en efectivo, van a grandes hoteles, y es un fenómeno que está creciendo tanto para aquellas inmigrantes pobres pero también para madres con alto poder adquisitivo", abundó Fernández Haar.

"Hay países en donde aunque hayas nacido allí tienes que demostrar que tus padres también son ciudadanos de ese lugar [...] de todas maneras, hablar de eso, eliminando el factor humanidad, de querer tener hijos y proveerles un mejor futuro, es natural [...] No puedo juzgar a nadie, pero si eres un político hay maneras de abordar el tema, hacerlo en un ámbito de respeto, de humanidad, paridad y más aún por parte del país más rico del mundo", añadió la activista.

"Necesitamos tener leyes, controles de inmigración, pero hay maneras de hacer las cosas. Es un peligro para cualquier persona, para cualquier político, hacer la definición de un ser humano en una sola dimensión. Cuando tú dices 'anchor babies' o 'anchor mothers' te lleva a deshumanizarla [a la madre] y es un corto paso a demonizarla, y entras en una agresión verbal en preparación para otro tipo de agresión", explicó.

Por su parte, el profesor de Leyes de la Universidad de Yale Peter Schuclk, tiene una visión distinta del fenómeno según compartió con HuffPost Voces.

"El Congreso puede cambiar los estatutos sin tener que cambiar la enmienda 14 de la Constitución, reinterpretando la parte de juridiscción, de manera tal que excluiría [de la ciudadanía] no solamente a los hijos de diplomáticos, sino también a los hijos de inmigrantes indocumentados".

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