De acuerdo con un nuevo estudio publicado el martes, las madres inmigrantes mexicanas se desempeñaron mejor en algunas áreas dentro de la crianza de sus hijos que las madres caucásicas.
El estudio, realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de California, Berkeley, encontró que las madres de origen mexicano proporcionan "un hogar cálido de apoyo", participan de un menor número de conflictos con sus cónyuges, y exhiben evidencia de contar con una salud mental más fuerte que sus compañeras blancas, a pesar de las altas tasas de pobreza.
El estudio, publicado en la revista científica Child Development, añade "matiz" al debate migratorio de Estados Unidos, según apuntó el equipo de investigadores en un comunicado de prensa.
Durante un período de tres años, de 2003 a 2006, los investigadores visitaron los hogares, entrevistaron y observaron a 5,300 madres nacidas en México, en China y Estados Unidos de raza blanca. Se encontró que las madres de origen mexicano tenían un 20 por ciento menos discusiones con sus cónyuges que sus pares caucásicos, y casi el 40 por ciento menos de confrontaciones que aquellas de herencia china. Madres inmigrantes mexicanas también tuvieron mejores resultados que sus homólogas caucásicas en una evaluación independiente de síntomas de depresión.
Por otro lado, las madres mexicanas leen a sus hijos con poca frecuencia, y les organizan menos actividades educativas que les permitirían mejorar sus habilidades relacionadas con la escuela, especialmente en comparación con las madres inmigrantes chinas. Las madres de origen chino se desempeñaron mejor que los otros dos grupos en las áreas de pre-alfabetización y peor en las sociales.
"Hasta ahora, poca evidencia nacional ha estado disponible para distinguir los entornos de los hogares de los principales grupos de inmigrantes", dijo Claudia Galindo, profesora de Sociología en la Universidad de Maryland y una de los autoras del estudio. "Y muchos políticos han asumido que la pobreza necesariamente conduce a la mala crianza (de los niños)".
Los investigadores analizaron los datos de una muestra representativa a nivel nacional de nacimientos realizado por el National Center for Education Statistics, un brazo de investigación del Departamento de Educación de EE.UU. Todos los niños que participaron en el estudio habían nacido en los Estados Unidos en 2001.
Bruce Fuller, otro autor del estudio, dijo que los hallazgos sobre las madres mexicanas eran una "sorpresa".
"La pobreza es sin duda un lastre para el bienestar de las familias, pero al mismo tiempo, al menos los inmigrantes mexicanos, tienen fortalezas culturales que amortiguan los efectos negativos en la familia", dijo.
Sin embargo, el grado en que la "cultura" representa el bienestar de estas familias no es tan clara. Un estudio reciente realizado por el Community Service Society of New York encontró que la juventud puertorriqueña en Nueva York tiene más del doble de probabilidades que sus pares mexicanos de estar fuera de la escuela y sin trabajo.
Algunos estudiosos y comentaristas han argumentado que las diferencias entre las familias de bajos ingresos, y las familias mexicanas procedentes de otros grupos de bajos ingresos, tienen que ver con factores históricos y económicos. Muchos puertorriqueños que se establecieron en las zonas urbanas en los años 50 y 60, al igual que el sector manufacturero, que había dado trabajo estable a generaciones de nuevos inmigrantes, entraron en un largo período de declive.
Otros observadores dicen que los inmigrantes que no son ciudadanos, por necesidad, tienden a tener más ambición e ingenio que la mayoría de la gente.
"Eso tiene un impacto en la formación de las familias y cómo las personas se relacionan con las familias, y su relación con el mercado laboral tiene un impacto importante también", dijo Angelo Falcón, director del National Institute for Latino Policy.
Estos últimos hallazgos se producen en medio de una gran discusión por parte de académicos de inmigración sobre la llamada "paradoja latina" - el descubrimiento de que los inmigrantes hispanos tienden a ser más saludables que su contraparte no inmigrante más acomodada, a pesar de la idea predominante de que las personas más ricas son más saludables.
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