'El 9/11 cambió mi vida': Greta Mayans

'El 9/11 cambió mi vida': Greta Mayans

Era apenas el primer día de trabajo de Greta Mayans y nunca se imaginó que, por circunstancias históricamente inusuales, también sería el último. La fecha: 11 de septiembre de 2001. El lugar: Piso 84 de la Torre Dos del World Trade Center en Nueva York.

Greta es una joven profesionista que trabajaba en la Ciudad de México y en un viaje de placer a Nueva York, encontró la oportunidad de hacer su sueño realidad: Trabajar en Estados Unidos, en una de las ciudades más importantes del mundo, Nueva York, y, por añadidura, en uno de los lugares más emblemáticos: las Torres Gemelas.

“Un día antes me encomendé a San Miguel Arcángel para que me fuera bien en mi nuevo trabajo en la Bolsa de Valores. Vivía sola y me estaba enfrentando a un nuevo reto y me dormí nerviosa”, platica Greta en entrevista exclusiva con HuffPostVoces. “Me presenté a las 6:45 de la mañana, emocionada, sintiendo que era un privilegio trabajar en una oficina que estaba en el piso 84 de las Torres Gemelas. Se instaló en su cubículo de trabajo que daba la espalda a un gran ventanal con vista a Midtown Manhattan; había allí unos trescientos empleados.

“Mi grupo de trabajo se componía de 14 personas y todos estábamos muy ocupados cuando de repente se escuchó un ruido muy fuerte afuera del edificio”, platica. “Nunca imaginamos lo que estaba sucediendo porque los ventanales de las torres eran extraordinariamente protegidos, en contra de ruido y huracanes. Pero cuando nos asomamos me di cuenta de que había un hoyo enorme en la torre sur y que la gente se estaba arrojando al vacío. Jamás lo voy a olvidar… fue horrible. No había fuego ni humo sólo volaban muchos papeles”.

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A la sobreviviente del atentado terrorista a las Torres Gemelas le cuesta trabajo narrar tan angustiosa situación y le emoción entorpece sus palabras:

“Mi primer pensamiento fue que había estallado una bomba. Mis compañeros y yo discutimos sobre lo que estaba sucediendo y lo que teníamos que hacer. Tuve el impulso de tomar el teléfono y llamarle a mi papá, que vivía en Ciudad Juárez, para ponerlo al tanto de lo que sucedía. Solo le dije que yo le llamaba cuando saliera del edificio y que no se preocupara”.

El jefe de Greta les pidió que se calmaran porque todos se estaban alterando demasiado e insistió en que se quedaran en la oficina porque era lo más seguro. “Él decía que había que guardar la calma y que teníamos que esperar hasta tener más información, pero todo el grupo votó por salir y él nos apoyó. Decidimos salir del edificio”.

Cruzar el piso 83 les tomó tiempo porque eran oficinas enormes.Caminaron rumbo a un pequeño lobby que conectaba con la puerta del piso 82 donde todos los demás empleados de otras oficinas estaban sentados. Nadie hacía nada por salir.

“Cuando estábamos bajando las escaleras escuchamos por el altavoz la orden de que regresáramos a nuestras oficinas”, dice Greta. “Mi jefe nos dijo que regresáramos pero no todos lo hicimos. Yo ya no quería subir y decidí seguir bajando junto con otros tres compañeros de trabajo. De repente todo tembló de manera impresionante. El impacto fue tan fuerte que terminé tirada al otro lado del cubo de la escalera. Respirábamos polvo y humo y no podíamos ver nada. Estábamos atrapados”.

En este punto de la narración Greta muestra sus ojos humedecidos por las lágrimas en medio de una gran emoción que le dificulta seguir narrando.

“Me recargué en la pared y empecé a revisarme, quería saber si tenía mis brazos y mis piernas, si estábamos completos, nos dimos cuenta que nuestra situación era muy seria. Tratamos de abrir una puerta del piso en que estábamos pero… no sé… todo es todavía muy confuso para mí. Se sentía el calor de las llamas muy cerca de nosotros. De repente vimos bajar a un muchacho que traía colgando su brazo. Me quise quitar mi blusa para hacerle un torniquete y contener su hemorragia de sangre pero nos gritó: ¡Vengo de arriba, no suban! Estábamos atrapados y lo único que hice fue ponerme a rezar”.

Greta explica que en ese momento la invadió una inmensa paz, quizás preparándose para lo que sentía que era inevitable.

“Le pedí al Señor misericordia por todos los que estábamos ahí. Si el Señor quiere que viva nos va a dar la mano y a enseñarnos la salida. No sé en qué momento, pero creo que fue poco después de que pasó el muchacho herido, cuando comenzamos a arrastrarnos de un piso a otro. Bajamos otros dos pisos en donde encontramos que las salidas también estaban bloqueadas. Seguimos buscando una salida pero había tantos escombros que no se veía nada, y de nuevo nos arrastramos hasta que otra persona nos dio lamano ayudándonos a salir nuevamente a las escaleras”.

Greta relata que todo estaba en perfectas condiciones en el piso al que habían salido. “Bajamos tan rápido que no me lo puedo imaginar. En el piso 28 nos encontramos a unos bomberos. Recuerdo perfectamente sus caras bañadas en sudor y con el reflejo del espanto y miedo. Sabían a lo que iban. Su rostro mostraba que estaban conscientes del sacrificio y lo que estaban por hacer para salvar a unos cuantos. Eran hombres con valentía y determinación”, afirma.

“Mientras bajábamos vimos gente sentada en la escalera que platicaba o incluso tomaban un refresco. Creo que muchos no sabían lo grave de la situación, porque si nosotros nos salvamos fue porque no perdimos ni un segundo en salir y porque teníamos buena condición de salud”, dice. “Entre más bajábamos más gente nos encontramos. En mi mente siempre estuvo no ver en qué piso estaba. Solamente me propuse salir de ahí y nunca me dio miedo. Por alguna razón que todavía desconozco tenía una paz increíble. Creo que salimos de la torre por la gran determinación de dos hombres mayores y uno joven, y hasta que salimos nos dimos cuenta de lo que realmente estaba pasando. La gente decía que un avión había chocado con la torre por accidente”.

Cuando Greta y sus compañeros llegaron al lobby, en una travesía que parecía ser de película, un bombero les preguntó si estaban bien pero ella solo pensaba en alejarse.

“Le dije a uno de mis compañeros que me prestara 20 dólares porque todo lo había dejado en la oficina”, afirma. “Caminé como zombi y solo escuchaba retumbar en mi cabeza las palabras: 'Tengo que alejarme de aquí'. Yo estaba bañada de la sangre del muchacho que me había encontrado en la escalera con el brazo herido. Un bombero me indicó que no volteara para arriba, pero sí lo hice y horrorizada mi pensamiento fue hacia el Señor para que tuviera misericordia de los que estaban atrapados y sin salida. No existía cuerda o escalera tan larga con las que se pudiera salvar a quienes no habían podido bajar”.

Greta continuó intentando alejarse entre la multitud llena de pánico y tomó la determinación de no voltear a su alrededor. “Caminé hasta llegar a Broadway y seguí caminando y cuando llegué a Canal Street alguien que se estaba subiendo a un taxi me jaló para subirme. En el camino me di cuenta que se habían caído las torres y que yo estaba llena de polvo porque había estado muy cerca del derrumbe”, dice. “Llegué a mi casa y me puse a hablar por teléfono para saber cómo estaban mis compañeros o si había noticias de ellos. Pero cuando me contestó una amiga que estaba embarazada, decidí no seguir llamando”.

Por mucho tiempo Greta sufrió de un gran dolor físico y emocional y pasó muchas noches sin dormir.

“Creo que nunca nadie ha ido a tantos funerales en tan poco tiempo”, dice con gran dolor. “Gente con la que compartíamos sonrisas y chistes estaba muerta o desaparecida. De nuestra empresa murieron 60 personas”, nos dice.

El acto terrorista ocurrido en las Torres Gemelas y que Greta vivió de manera tan intensa y angustiosa marcó su vida para siempre. “Hubo reflexión y convicción de lo que quiero y debo encontrar en la vida pero sobre todo nació en mí una razón para apreciar las cosas importantes, como la familia, la fe, la humildad, la sencillez. Servir a la comunidad y disfrutar al gran padre y hermanas que tengo. Me cambié de trabajo y hoy estoy dedicada a servir a mi comunidad. Me he dado cuenta que esta oportunidad es única y que tengo que trabajar no para ‘la bolsa de valores’ sino en contra de la gran discriminación y humillación que hay para los inmigrantes. Por eso dejé el trabajo que tenía. La vida te da nuevas oportunidades, y estar viva después del acto terrorista de las Torres Gemelas en el 9/11 es mi oportunidad, porque fue un verdadero milagro”, termina.

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