Después de la convención

Después de la convención

Por Rafael Prieto Zartha

Charlotte volvió a la normalidad hoy, tras una semana de actividad incesante. Las barricadas, que caracterizaron la fuerte seguridad que imperó en la ciudad durante la Convención Nacional Demócrata, desaparecieron de las aceras y las calles del “Uptown”.

El tráfico de vehículos fluyó sin la interrupción de los bloques de cemento y las patrullas policiales con distintivos de diversos lugares del país, que obstruyeron arterias vitales del centro en los últimos cinco días.

El ulular de las sirenas dejó de sonar, al igual que el ronroneo del helicóptero que le siguió la pista a las constantes protestas de los indignados, que pese a las disposiciones estrictas locales convirtieron al parque Marshall, tradicional punto de manifestaciones, en una villa de carpas.

El día después de la aceptación de la postulación para la reelección del presidente Barack Obama, el clima fue benigno con Charlotte, durante el día no cayó una gota de agua y no se preveía mal tiempo.

Nada que ver con la advertencia para el jueves de rayos y centellas, que hizo trasladar la intervención del primer mandatario del Estadio de las Panteras (Banco de América) a la Arena de los Bobcats (Time Warner).

“Después de hacer fila para conseguir un boleto, durante ocho horas, para ver al presidente en persona, tuve que conformarme con verlo por televisión en mi casa”, dijo Carolina Bonilla, quien fue una de las 50 mil personas afectadas por el cambio de escenario.

“Votaré con gusto por Obama”, dijo con entusiasmo Bonilla, quien estudió ciencias políticas y trabaja en una organización comunitaria en Charlotte.

César Vargas, del restaurante Pio Pio, cercano el centro de la ciudad, en la pintoresca zona de East Boulevard, expresó que le “fue como los perros en misa. No vino gente”.

No obstante, el “Uptown” fue un hervidero de gente durante los primeros días de septiembre, que mostró un rostro multicolor y diverso del Partido Demócrata.

Los caminantes con camisetas celestes con el nombre de Obama en hebreo contrastaron con los personajes ataviados con turbantes coloridos de los Sijes, de origen indio, que circulaban cerca del monumento de arena con los rasgos de Obama, que se levantó en el multicentro Epicenter, a dos cuadras de la Arena.

En los pasillos del coliseo de baloncesto se veían entrevistadoras con indumentarias variadas y se escuchaba español, mucho español.

Una observadora independiente, que estuvo en Tampa, María del Mar Trabal, camarógrafa del Canal 10 de Uruguay, comentó: “aquí se ve más diversidad, allá era más uniforme”.

La concejal, Melina Mark-Viverito, de Nueva York, afirmó que en Charlotte el entusiasmo se sentía “a flor de piel”, implícitamente marcando una diferencia con la convención republicana realizada en la Florida.

Las quejas: no cayeron globos al finalizar la convención y algunos hoteles fueron malos y caros.

Sin embargo, los charlotenses esperan que la proyección de la ciudad en el ámbito mundial, debido a la convención, haga que no la confundan con Charlottesville (Virginia), Charleston (Carolina del Sur) o Charlestown (Rodhe Island).

“Tenemos en perspectiva la realización otros eventos importantes en Charlotte”, aseveró el alcalde, Anthony Foxx. “Ya estamos en conversaciones”.

Aunque la música ya se fue a otra parte, los activistas a favor de Obama de Charlotte aseguran que el trabajo comienza ahora.

“Tenemos mucho por hacer”, afirmó Beatriz Salazar, de los Hispanos Americanos Demócratas del Condado de Mecklenburg.

Rafael Prieto Zartha es el director editorial del semanario Qué Pasa- Mi Gente, en Charlotte, Carolina del Norte.

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