El filósofo escocés Thomas Carlyle manifestó que “no solo hay mucho, sino, casi todo, está en los nombres”. El nombre también marca un destino, una vida: los nombres son mágicos. Y esto es algo que los antiguos maestros de las artes espirituales saben desde hace muchos siglos: que el nombre tiene una enorme importancia en el contexto de la vida de los seres humanos. No solamente para diferenciarnos de la persona que está a nuestro lado, sino también como algo que se convierte en una parte fundamental de nuestra vida.
Un par de ejemplos simples: una de las primeras tareas de todo maestro o profesor, es aprender el nombre de sus alumnos; de lo contrario, no hay forma de comunicarse con ellos, salvo a través del impersonal “tú”. Invocar un nombre, llamar a alguien es establecer un canal de comunicación. Cuando llegas por primera vez a una ciudad y contemplas los nombres de sus calles, te llega su historia, de pronto quieres saber quién fue ese Sr. Madison de la Madison Avenue, o te preguntas si Columbus Avenue se denomina así por Cristóbal Colón.
Nadie tiene su nombre por casualidad, y tan importante es su poder, que en muchas culturas existen supersticiones que niegan el nombre a aquello o a quien no se puede o no se quiere nombrar. ¿O acaso no has oído hablar innumerables veces de “el innombrable”?
El nombre le da forma a nuestro destino, se amolda a nuestra personalidad y se vuelve tan imprescindible que es difícil imaginarnos con otro.
Nadie tiene un nombre por pura casualidad. O, si se quiere, puede ser nombrado azarosamente de una forma determinada, pero con el correr del tiempo y de la vida, este nombre se vuelve totalmente propio, afecta a nuestras capacidades y a nuestra vida, le da forma a nuestro destino y se vuelve tan particular a nosotros que es difícil imaginarnos con otro nombre. Personas que se encuentran en programas de protección de testigos tienen a veces serias dificultades para identificarse con su “nuevo nombre”.
En el momento de elegir un nombre para nuestros hijos, podemos tener en cuenta factores significativos en nuestra vida, como la tradición, nuestra orientación espiritual, incluso la influencia zodiacal. Conociendo en qué fecha aproximada o qué mes nacerá tu hijo, puedes elegir un nombre que se identifique con la personalidad de acuerdo a su signo:
