Noche cubana y republicana... bueno, muy republicana pero no tan cubana

Líderes republicanos latinos sacan a relucir su lado festivo en la convención de Tampa

Enviada especial

TAMPA, Florida.-- Esta bien, nadie se quejó. Es más, ni siquiera se oyó que alguien pronunciara su nombre. Y es que lo que pasaba era demasiado lindo para ser verdad. Cientos de republicanos de hueso colorado tenían ante sí a tres de los muñecos más admirados de su partido: a los mismos hijos del virtual candidato republicano a la presidencia, Mitt Romney.

Como niños bien educaditos, sonrientes y orgullosos de estar trabajando en la campaña de su padre, Taggart, Benjamin y Craig subieron al podio de Nuestra Noche, una fiesta a la que convocó The American Conservative Union (ACU) y Future Majority Project en el marco de la Convención Nacional Republicana que se efectúa en Tampa, Florida, esta semana.

El escenario fue The Cuban Club, un histórico inmueble de principios del siglo pasado que alguna vez sirvió como bastión de la clase política cubana que desde entonces radicaba en esta parte del país. ¡Ah, es cierto!, falta mencionar el nombre del gran ausente. El senador de la Florida, Marco Rubio, la estrella hispana no solo de la fiesta, sino de la convención misma, no hizo acto de presencia.

Al Cárdenas, el animoso y energético presidente de ACU, no ofreció alguna explicación sobre el cambio en la agenda. Y tampoco nadie la pidió, porque cuando menos se pensaba salieron de detrás de una cortina, uno a uno, los hijos todavía tímidos del contendiente republicano.

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Sin grandes preámbulos, Cárdenas presentó a los sonrientes hermanos Romney, que sin poses, y ni siquiera vestidos para la ocasión --uno de ellos, Benjamin, portaba zapatos deportivos y una camisa de manga corta, mientras que el carismático Craig, el único de ellos que habla español, traía unos zapatos que le daban aire a unas pantuflas--, hablaron brevemente de su padre ante la extasiada concurrencia, formada por funcionarios latinos republicanos, medios de comunicación y, sobre todo, políticos y delegados de ese partido que venían de todas partes del país.

"Quiero decir algo en español", dijo el apiñonado de los Craig, quien además, por hablar castellano, se ha convertido en el contacto más visible entre su padre y la comunidad hispanohablante del país. "Mi padre ha logrado bastante como empresario, como gobernador de Massachusetts, pero lo más importante es lo que logró en nuestro hogar, con su familia. Pero ahora, lo que más tiene que lograr está en la Casa Blanca".

Entonces la audiencia explotó en aplausos. Y le prometieron a los Romney llevar al patriarca a la presidencia del país en las próximas elecciones de noviembre.

Lo que sí estaba en la agenda fue la presencia de otras dos luminarias nacionales del partido republicano, Brian Sandoval, gobernador de Nevada, y Susana Martínez, gobernadora de Nuevo México. El gobernador de Puerto Rico, Luis Fortuño no pudo viajar debido a la amenaza del paso del huracán ‘Isaac’ por la isla. Cárdenas se encargó de disculparlo y alabó que el funcionario prefiriera quedarse en su país para ver por el bienestar de sus representados.

Noche latina

Noche latina en Tampa

Los que asistieron no desperdiciaron su tiempo. Martínez, quien llegó con su esposo, un hombre regordete con sombrero texano bien puesto, dijo estar segura de que el próximo presidente del país será Romney. Sandoval la secundó.

"Haré todo lo que está en mi poder para hacer que Romney sea el próximo presidente de Estados Unidos", dijo el flamante gobernador.

Mientras tanto, en el exterior del club, un grupo de manifestantes protestaba por la política económica que propone Romney. Unos cinco chicos vestidos con ropas elegantes y con narices de puerco en sus rostros, gritaban consignas en contra del candidato. Criticaban, entre otras cosas, que busque cobrar menos impuestos a los que más tienen.

Pero nada empañó la célebre reunión, que apenas comenzó de verdad cuando el salsero Willie Chirino --identificado con el partido republicano, por cierto--, empezó a tocar las primeras notas de una canción bien ‘guapachosa’. Entonces comenzó el baile, y quien podía se hacía un espacio en el apretujado salón.

Los Romney se fueron, pero la algarabía se quedó con los fiesteros. Y de Marco Rubio nadie se acordó.

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