Chavela Vargas: mujer que desafió todo y a todos

Chavela Vargas vivió plenamente y fuera de lo convencional
Chavela Vargas agradece el aplauso del público durante una ceremonia en su honor, el 21 de abril del 2009 en la Ciudad de México. La cantante mexicana nacida en Costa Rica falleció el domingo 5 de agosto del 2012 en un hospital en la ciudad de Cuernavaca, al sur de la capital, donde había estado internada una semana con problemas respiratorios y cardíacos. Tenía 93 años. (AP Foto/Alexandre Meneghini, Archivo)
Chavela Vargas agradece el aplauso del público durante una ceremonia en su honor, el 21 de abril del 2009 en la Ciudad de México. La cantante mexicana nacida en Costa Rica falleció el domingo 5 de agosto del 2012 en un hospital en la ciudad de Cuernavaca, al sur de la capital, donde había estado internada una semana con problemas respiratorios y cardíacos. Tenía 93 años. (AP Foto/Alexandre Meneghini, Archivo)

Antes de que salir del armario dejara impresionado a medio mundo, de que fumar puro fuera cosa solo de hombres y de que mentar madres fuera pecado mortal para una mujer, ya estaba Chavela Vargas, quien decidió vivir a su aire, como dicen en España –su segunda patria– , y desafiar todos los convencionalismos de su época y de épocas posteriores. Por eso la muerte de la cantante hoy domingo en Cuernavaca, México, debido complicaciones de salud derivadas de su avanzada edad –tenía 93 años–, deja un vacío inconmensurable en la historia de la música vernácula mexicana y del mundo.

El final, no obstante, era inminente y se esperaba desde hace días. Hace aproximadamente un mes, Vargas fue internada en España debido a una taquicardia. Cuando su salud mejoró regresó a México, donde recayó debido a una neumonía que se complicó y que la mantuvo postrada por casi una semana.

Sin embargo, el estado de salud de la cantante comenzó a decaer desde hace varios años. En noviembre de 2009, cuando presentó en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara su texto "Las verdades de Chavela", se la veía extremadamente exhausta y triste. En algún momento de la charla, que compartió con sus amigos del alma, Carlos Monsiváis, María Cortina y Eugenia León, dijo que se sentía muy deprimida porque su vida ya no era la misma.

Vargas se había caído y lastimado la cadera, a tal grado que tenía que depender de una silla de ruedas para trasladarse de un lugar a otro.

Vargas no ocultó su frustración, y hasta hizo alusión a la muerte, que dijo, esperaba luego de tantos años de vida y de tantas botellas de tequila bebidas. Era su trago favorito y nunca fue un secreto que por mucho tiempo el licor fue una de sus grandes adicciones.

En esa ocasión Vargas estaba envuelta en su inseparable poncho rojo, y dijo que añoraba su vida de antes, cuando salía al jardín de su casa, en Tepoztlán, en el estado mexicano de Morelos, y saludaba a los vecinos que pasaban. Ya no lo podía hacer, y eso la tenía bastante deprimida.

Aún así, la vida la premió con varios años más en este mundo, tiempo que no desaprovechó porque con todo y limitaciones físicas siguió trabajando y viajando, ofreciendo conciertos y ruedas de prensa. Su actuación más reciente fue en Madrid, donde era venerada como toda una diva; dio un recital con temas del disco que dedicó a Federico García Lorca, “La Luna grande”, y además presentó sus memorias, “Dos vidas necesito. Las verdades de Chavela”.

Ya en el hospital, Vargas pidió que le llevaran un medallón que le habían regalado indígenas huicholes, quienes la consideraban una shamana, una especie de guía espiritual, nivel al que pocos mortales pueden aspirar.

“No moriré, porque soy una shamana y nosotros no morimos, trascendemos”, dijo Vargas el viernes, según reportan varios medios mexicanos. Mientras el final llegaba, seguidores le ofrecieron a la artista una serenata afuera del hospital.

La historia de Vargas nunca fue una historia convencional. Llegó a México de su natal Costa Rica cuando era una adolescente. En la patria que la adoptó vivió más de 70 años. De hecho, ella se consideraba mexicana, y muchos ni siquiera saben que su tierra natal no era México.

Pero Vargas vivió con la intensidad con la que se vive en su patria adoptiva. Su voz aguardientosa no podía interpretar nada mejor que la música ranchera mexicana. Eso y el tequila fueron sus cómplices por años en las calles de Ciudad de México, donde comenzó su carrera; ahí la descubrió el célebre compositor José Alfredo Jiménez, de quien interpretó muchos de sus temas.

La mejor época de Vargas, sin embargo, fue hace ya varias décadas, aunque su carrera nunca podría compararse con la de Lola Beltrán, por ejemplo, una monstruo de la música vernácula mexicana. Las adicciones de Vargas y altibajos en su estado de ánimo no permitieron que su trayectoria brillara con la intensidad de otras intérpretes de su época.

Sin embargo, el cineasta español Pedro Almodóvar la rescató del olvido cuando comenzó a usar las canciones de la artista en sus cintas. Entonces Vargas, a sus setenta y tantos años, se convirtió en toda una celebridad no solo en el Viejo Continente, sino en América Latina.

Desde entonces Vargas vivió entre México y España, y se hizo gran amiga de celebridades de todos los niveles de este último país. Lo mismo interactuaba con cantantes de todas las generaciones que con personalidades de la política y de la socialité.

Uno de los mitos –o quizá verdades– que la rodean es su romance con la pintora mexicana Frida Kahlo. Se cuenta que Vargas, abiertamente lesbiana, tuvo una relación con Kahlo, quien tampoco negaba su gusto tanto por hombres como por mujeres.

En años recientes, y a pesar de lo deteriorada de su voz, Vargas siguió recorriendo el mundo con su música. Además de sus actuaciones en México y España, tuvo magistrales presentaciones en Estados Unidos, como la del 2003 en el Carnegie Hall de Nueva York, de donde surgió un disco en vivo.

En ese entonces tenía 83 años, y volvió loca a la audiencia que fue a verla. Casi 10 años después Vargas seguía causando emociones cuando subía al escenario. Su casi siglo de vida fue un regalo para los amantes de la música ranchera, pero sobre todo una estrella de esas que surgen cada siglo.

Chavela Vargas

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