Por Gardenia Mendoza Aguilar, 
Los mexicanos en el exterior decidieron por dos vías lo que quieren para su país: Por el voto postal con 40, 737 sufragios que en un recuento preliminar aún sin oficializarse favorece al PAN, y a través de sus familias que hicieron segunda para influir en una agenda común, la agenda del éxodo.
"Quiero que vuelvan mis hijos, pero no para pasar trabajo con el desempleo", resumió Saúl Rojas, de 63 años, quien vio partir a sus muchachos Carlos y Ricardo hace 13 años poco después de cumplir la mayoría de edad; solteros y fuertes.
Al escuchar al patriarca, el resto de la familia - esposa, hija y nieta- soltaron las lágrimas que habían retenido para no arruinar la gala del domingo de votaciones.
Desde el otro lado de las fronteras, los migrantes dieron aproximadamente el 40% de los votos a la panista Josefina Vázquez Mota; a Enrique Peña Nieto 23% y Andrés Manuel López Obrador (37%), según observadores del conteo del IFE.
Carlos y Ricardo fueron parte de ese resultado con su sufragio emitido desde Carolina del Norte, pero también con presión a su familia. “Es tiempo de un cambio”, dijeron. Luego cada uno de los Rojas interpretó ese cambio a su manera.
Paola la única hermana que vive en México, madre soltera de dos niñas, lo entendió como una transformación de género.
"Lo pensé mucho, pero creo que es tiempo de una presidenta", dijo dibujando una sonrisa que iluminaba su rostro cansado de los desvelos de cuidar a un padre diabético con ambas piernas mutiladas y una madre también anclada a una silla de ruedas por una caída en infancia que la paralizó a sus 40 años. Hoy tiene 62.
Saúl Rojas escuchó a su hija, atento y sorprendido: una noche antes ninguno de ellos dos había decidido a cuál de los cuatro candidatos a la Presidencia de la República darían su confianza.
"El poder sólo lo quieren para ellos y ya que llegan se olvidan de uno", observó Saúl desde una destartalada silla de ruedas que ya no gira y tiene varios remiendos en el asiento.
"Mire cómo estoy, diabético, casi ciego, y en el seguro social no me la quieren cambiar, vivo de la ayuda que mandan mis hijos y de lo poco que puede trabajar mi hija aquí".
Ante las dudas y quejas de su marido, Rafaela Dávila, prefirió guiarse por el criterio de sus hijos migrantes que son izquierdistas seguidores del candidato del Movimiento Progresista. "Yo confío en ellos", confiesa Rafaela.
Al medio día, los Rojas fueron optimistas a la casilla ubicada en la loma baja de la colonia Pueblo los Reyes. Saúl reflexionó su voto hasta el último minuto mientras su hija luchaba contra la gravedad de la silla de ruedas de su padre que podría irse de boca, sin frenos, mucho antes de que las 209 mesas de escrutinio ubicadas en el Instituto Tecnológico de Monterrey diera la cifras duras del voto de mexicanos en el exterior.
El impacto del sufragio de migrantes a través de sus familias es difícil de calcular. Líderes de organizaciones en EEUU creen que cada sufragio de un migrante por un partido probablemente se repitió entre al menos dos de los suyos, pero no es una cifra formal..
Lejos de las estadísticas formales quedará también el perfil de votación de los migrantes de retorno. Laura Botello, madre de dos niñas y mesera en el Distrito Federal, cree que este sufragio dependió de las condiciones en que el paisano fue tratado al regresar en sus estados.
“Cuando dejé Los Ángeles, hace dos años, recibí mucho apoyo del gobierno de la Ciudad de México para mi hija que nació con una deformación en las piernas y no podía caminar: le hicieron cirugías y dieron consultas sin costo”.
Laura votó en agradecimiento y espera que pronto en su colonia los Reyes de Culhuacán, al sur de la Ciudad de México, las condiciones de vida sean dignas para que los vecinos dejen de emigrar a la Unión Americana y, como ella, regresen.