Voces de violencia e impunidad: El fracaso del Estado mexicano (VIDEO)

Voces de violencia e impunidad (VIDEO)

VOCES DE MÉXICO

Este 1 de julio México celebrará una de las elecciones presidenciales más observadas y controvertidas de su historia. Tras el conflicto poselectoral de 2006, cuando Felipe Calderón fue electo Presidente de la República por un margen de 0.56% sobre su contrincante más cercano, Andrés Manuel López Obrador, la sociedad mexicana pondrá una vez más a prueba su sistema democrático en un momento en el que el país se sacude ante la violencia y la lucha contra el narcotráfico.

La serie Voces de México ofrecerá en siete entregas un vistazo a la situación en la que México vive la contienda electoral a través de las voces de su gente: de sus jóvenes y ancianos, de hombres y mujeres, de académicos y trabajadores, de la gente que a diario va construyendo la realidad de este país.

Voces de México, un recorrido por estados y temas del país vecino, es una creación de la periodista Eileen Truax y el videógrafo Diego Sedano, que conforman Malaespina Producciones, en exclusiva para HuffPost Voces.

Hace algunos meses Pablo Mata dejó de recibir invitaciones. Tenía uno de los mejores trabajos del mundo: recorrer su país para escribir en una revista de viajes sobre la belleza y los atractivos turísticos de México.

“Muchos sitios dejaron de invitarnos, cancelaban viajes o cambiaban itinerarios porque había balaceras”, me contó cuando le pedí que me hablara sobre alguna de las consecuencias de la violencia que se vive en México. “Es algo que duele mucho, que la gente no pueda presumir el lugar donde vive”.

Me llamó la atención el caso que Pablo eligió para ilustrar el que ha sido el principal problema de este país en los últimos seis años. A partir de diciembre de 2006, cuando a días de haber tomado posesión como presidente Felipe Calderón anunció que emprendería una guerra contra el narcotráfico, México se ha hundido en una espiral de violencia que empezó con enfrentamientos entre grupos armados de la delincuencia organizada y policías o militares, pero que fue derivando en fuegos cruzados, asesinatos, extorsiones, ajustes de cuentas, cobro de derecho de piso a negocios y masacres. A este escenario doloroso, del cual la principal víctima ha sido la sociedad civil, se suma la impunidad. De cada cien crímenes cometidos en este país sólo uno se castiga, y de cada cien delitos se sancionan sólo diez.

La pregunta que le hice a Pablo la he venido haciendo durante varios días a las personas que voy entrevistando, y las respuestas varían, pero todas duelen. Alaíde, una joven originaria de Xalapa, en el estado de Veracruz, me contaba cómo era su ciudad hace cinco años, cuando ella vino a vivir a la Ciudad de México: verde, tranquila, segura. Hoy es uno de los puntos más peligrosos del país. Hace unas semanas fue ahí en donde encontraron asesinada a la periodista Regina Martínez, corresponsal de la revista Proceso; tan sólo en lo que va de 2012 han matado a siete periodistas en Veracruz.

Espiral de violencia en México

Otras personas han optado por hablarme de los casos que les han afectado directamente. En un evento, un par de chicas me abordaron para contarme la historia de su hermano secuestrado: pasó un retén militar en una carretera de Tamaulipas y fue lo último que supieron de él. De eso ya pasó año y medio.

Otras historias se cuentan en los medios de comunicación, aunque en la mayoría de los casos sólo superficialmente. Las víctimas no tienen nombre ni rostro, se convierten simplemente en un número: 17 en Veracruz, cinco en Jalisco, cuatro en Tamaulipas, en ocasiones todos en una sola jornada. La única ocasión en la que se dan más detalles es cuando a la víctima le falta la cabeza o le amputaron una mano o un pie.

Leí esta semana un reportaje de Marcela Turati en el que cuenta la historia de Brandon, un niño de ocho años que fue “levantado” con su padre y sus dos tíos, sin que hasta la fecha se tengan pistas de su paradero. De acuerdo con la periodista, son más de mil los niños que han muerto en fuego cruzado entre grupos de delincuencia organizada o en enfrentamientos de éstos con la autoridad.

Entre todas estas historias, esta tarde me llegó el breve relato de Pablo, que a simple vista podría parecer menor, pero que no lo es. Porque no es sólo que la gente viva en la incertidumbre, entre desaparecidos, entre extorsión. Es que se les ha robado hasta el derecho de invitar al resto del mundo al lugar en donde viven; una guerra contra el narcotráfico que ha hecho que los mexicanos se avergüencen de su casa.

Uno de esos episodios vergonzosos llegó en 2010, cuando en el rancho San Fernando en el estado de Tamaulipas descubrieron una fosa con los cadáveres de 72 inmigrantes centroamericanos que cruzaban por territorio mexicano rumbo a Estados Unidos. “Eso sólo puede ser comparado con las matanzas de los años setenta y ochenta en Centroamérica, o con las masacres de Bosnia-Herzegovina”, me dijo hace un par de días el defensor de Derechos Humanos Jesús Robles Maloof.

“Pero de eso no queremos hablar en México y van a pasar años para que reconstruyamos estas masacres. Una muerte masiva no puede ocurrir sin la colusión de las autoridades, de los transportistas y del crimen organizado. Y eso es el fracaso del Estado en México”.

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