El mercado está inundado de libros para enseñar a decir que “no”. Seguro todavía te oyes diciendo que sí cuando no es eso lo que quieres decir. Queremos ser tan corteses, complacientes, amorosas, y necesarias que tenemos el sí en los labios. Mira lo que pasa cuando no sabes decir que no.
- No tienes tiempo ni para respirar, claro, tampoco para ti.
- Te ves haciendo malabares con tu energía, al costo de ti misma y de tu salud.
- Lo que empiezas haciendo como favor, luego te lo exigen como obligación, empezando por tu familia.
- Cuando estás exhausta y dices que no, te miran como si fueras vil y perversa. Sobre todo, no recuerdan todas las veces que dijiste que sí. Quizás hasta pierdas la relación o te amenazan con lo mismo (claro, ya no eres útil) o al menos se enojan y te causan más estrés.
- Aunque la mayor parte de las veces ayudas porque eres generosa, la gratitud y el reconocimiento no están de más. No te dan ni las gracias.
- Tal vez le encuentren defectos a lo que hiciste por ayudar.
- Si te atreves a decir que no, te exigen un sinfín de explicaciones para tu “no” y te discuten tus razones, como si no fueran válidas. Te llegas a sentir acorralada y miserable.
- Pierdes de perspectiva tus prioridades: tú y todo lo tuyo (tu persona, tu trabajo, tus intereses, tu tranquilidad, tu salud, tu tiempo, tu energía, tus asuntos por resolver, tu familia).
- Estás susceptible a que te manipulen y te utilicen, en vez de tener relaciones recíprocas contigo.
- Te haces cargo de asuntos y problemas que no son tuyos y les quitas responsabilidades a los demás.
- Te arriesgas a aceptar hacer algo que tal vez no puedas cumplir.
Ya basta. La próxima vez que te pidan hacer algo que no quieras o no puedas hacer (o ambas),
- Di “no”, simplemente.
- Sé respetuosa, pero firme.
- No ofrezcas explicaciones. Si te las piden y las quieres dar, sé breve y honesta.
- No caigas en el juego de la persuasión.
- No te disculpes.
- No permitas que pretendan hacerte sentir culpable.
- Repite el “no” todas las veces que sea necesario.
- Si es un asunto en lo que te gustaría ayudar, pero no sacrificando tu tiempo o tu energía, pon tus propias condiciones. Si te las aceptan, entonces puedes decir que sí.
- No crees en los demás la confusión de decir “sí” cuando quieres decir “no” porque cuando digas “no” va a interpretar que estás diciendo “sí”. Respeta y da a respetar tu tiempo, tus palabras y tus decisiones.
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