Alumnos migrantes del campo: Aprender inglés en seis meses

Campesinos migrantes cuidan hijos de deportados y siguen su camino

Tercera de cuatro partes.

En las dos primeras partes de esta serie, que se pueden encontrar aquí y aquí, vimos de qué manera el Programa Migrante ayudó Daisy Robles a terminar sus estudios de escuela secundaria a pesar de todos los inconvenientes que enfrentó.

Hoy, Daisy tiene que dejar de estudiar y ponerse a trabajar para ayudar a sus padres a mantener a su familia.

Daisy Robles llegó a Arizona en febrero de 2008 porque su papá, Gilberto Robles, "arregló" sus papeles después de veinte años de haber llegado a Estados Unidos. Su madre, María Hueso, vivió sola con sus hijos de 21, 20, 15 y 8 años en su pueblo en México, esperando durante todos aquellos años el momento para reunirse con su esposo.

Alumnos migrantes del campo por Victoria Ortiz

"Gilberto llegó muy joven a este país y trabajaba en los campos de Alcagila y Wendel, en California, pero yo me quedé en México -platica María y hace recuerdos del largo y difícil periodo en que estuvo sola en su pueblo al cuidado de sus hijos "hasta que llegó el día en que por fin me pasó para el otro lado, por Tijuana, pagándole a un coyote. Tenía seis meses de embarazo de mi tercer hijo y bueno... ya sabe...".

María, Gilberto y sus tres hijos viven en una "traila" -o casa rodante- en el "Pequeño México", un barrio donde residen familias, en su mayoría mexicanas, dedicadas a la agricultura, a la construcción y "a lo que salga". El Pequeño México está enclavado entre bellas zonas residenciales de Litchfield, Arizona, con las cuales desentona violentamente por sus calles sin pavimento, la ausencia de aceras, la abundancia de perros callejeros y la falta de servicios públicos. Por esas míseras calles caminan muchos de los estudiantes del Programa Migrante.

Doña María, como le dicen en el barrio, cuenta con orgullo que su hija Daisy hace seis meses no hablaba inglés y a pesar de ello acaba de ser nombrada alumna sobresaliente en la secundaria. "Ha hecho un gran esfuerzo porque ya superó la barrera del idioma", dice orgullosa María. "Ella no es como nosotros que todavía no hablamos inglés y eso nos afecta nuestra vida diaria. Mi niño más pequeño habla muy poco inglés porque le hablamos puro español, y es que ni su papá ni yo hablamos inglés y cuando mis hijos requieren ayuda sobre sus clases yo no les puedo ayudar".

Las cosas para la familia Hueso no van bien y Daisy, a pesar de ser una excelente estudiante y haber aprendido inglés en seis meses, ha decidido no continuar con sus estudios.

"Daisy no quiere seguir una carrera porque quiere trabajar para ayudar a su papá que sólo gana ocho dólares la hora. No nos alcanza para mantener a toda la familia y en esta región hay muy poco trabajo en el campo por lo que nos queremos ir a trabajar a las empacadoras de melón en Yuma; pero no nos cambiaríamos [de casa] porque Yuma está a dos horas de Phoenix y podemos ir y venir a diario".

La madre de Daisy cambia de tema. Con lágrimas en los ojos recuerda lo difícil que ha sido para sus hijos, especialmente Daisy, ver como se desintegraban las familias de campesinos indocumentados en el estado de California, en donde "la Migra" los recogía separándolos de sus hijos.

"Nosotros no tenemos ese problema pero da mucha tristeza ver como detienen a la gente mexicana y centroamericana que viene a trabajar", dice. "Es muy doloroso cuando ves que se llevan a personas junto con toda su familia para deportarlas a pesar de que sus hijos son nacidos aquí; o dejan a los niños sin sus padres", platica María. "Nosotros nos hemos quedado con niños que dejaron solos cuando deportaron a sus papás y los ayudamos todo lo que podemos hasta que los padres logran regresar por ellos. Ayudamos a nuestra gente porque es buena y porque donde cabe uno caben dos".

Su deseo es que sus hijos estudien y tengan una mejor vida: "...no me puedo quejar porque estamos mejor que en México en donde vivíamos con mucha inseguridad; vamos pasito a pasito y ahora lo que quiero es convencer a Daisy para que estudie una carrera relacionada con el campo, porque mi esposo se ha esforzado para cambiarnos la vida y ella tiene que entender esto, además de que es muy talentosa y estudiosa".

"Mi marido ha sido un ejemplo para Daisy, como pareja, como padre y como amigo; yo le explico a mi hija que debe sentirse orgullosa de sus padres, pues le da pena traer a casa a sus amigas de la escuela, porque la mayoría de ellas tienen mejor posición económica. Yo le explico a Daisy que nuestra casa está limpia y que se debe sentir orgullosa del gran trabajo que han realizado sus padres, y que ella a pesar de nuestras limitaciones se va a graduar de high school", comenta María.

Daisy platica que cuando tenía 18 años se levantaba a las tres de la mañana para desayunar y salir hacia Mendel, California, que se encontraba a una hora de su casa. "Me gusta el campo, es diferente, me quita el stress y me hace sentir bien", relata. "Además no es un trabajo tan duro porque las mujeres trabajamos arriba de las máquinas para que no nos pegue mucho el sol y no tengamos que caminar. Mi mamá nos hacía el lunch con burritos de huevo, frijoles, atole y tamales".

Daisy llegó a Estados Unidos sin hablar inglés pero ha aprendido muy rápido aunque dice que todavía encuentra difíciles algunas palabras. "He aprendido con los amigos y con los profesores. Ya me voy a graduar este año pero todavía no sé si voy a ir a College", explica.

"Probablemente estoy asustada porque es una gran responsabilidad y hay que trabajar mucho para llegar a la meta. Soy lista, y gracias a que tuve ayuda en mis estudios con el Programa Migrante mi vida cambió, porque la verdad en otros estados nunca recibí ninguna orientación. Soy muy tímida y me cuesta mucho trabajo tener amigos, y por lo único que podría preocuparme es por los cambios tan constantes, aunque para mí no es incómodo cambiarme de un lugar a otro a pesar de que sé que pierdo parte de mi educación principalmente cuando voy a México y me quedo allá seis meses. Es duro cambiar de amigos, idioma, y más cuando tienes quince años y tienes que aprender todo más rápido.

No sé si quedarme en Arizona, me gusta más que California, no tengo una nueva meta, pero lo que sí sé es que no pienso nunca regresar a México, solo iré de vacaciones", concluyó.

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