Una madre puede ser un ángel, un hada, una amiga, la mejor cocinera del mundo, enfermera, también ¡jefa de policía! Es Mamá.
En mayo de cada año, celebramos el Día de la Madre. Es el día para agasajarla con muchos besos y abrazos, obsequios y palabras dulces. Es el día (aunque así deberían ser todos), en el que es la absoluta protagonista de todas nuestras atenciones. ¿Qué tal si la sorprendemos con un poco de magia? Un poco de magia para que la proteja y conserve su buena energía.
Para ello tendremos que entrar a su reino indiscutido: la cocina, y tomar un ingrediente de su alacena: aceite de oliva. Compartimos un poco de historia sobre esta antigua planta y su uso en todo tipo de ceremonias mágicas y religiosas.
En la antigüedad, el árbol de olivo se plantaba frente a los templos de los dioses. Para los griegos, estos árboles eran muy apreciados, ya que esta especie lograba sobrevivir a muchas generaciones, lo que les hizo creer que era un árbol inmortal, como los mismos dioses. También los vencedores de juegos eran coronados con ramas de olivo, y los novios adornaban sus sienes con guirnaldas confeccionadas con sus hojas, en la creencia de que el vínculo sería indisoluble.
Con el tiempo, además de utilizar el jugo de las aceitunas para la cocina, descubrieron que mechas sumergidas en su óleo, les proporcionaban luz; así el aceite comenzó a ser utilizado para iluminar y disipar las penumbras de la noche.
Pero no solamente los paganos dieron un uso especial al olivo: esa imagen universal de la paz que todos conocemos hoy, la paloma con la ramita de olivo en su pico, procede del comienzo del relato bíblico del Diluvio Universal. El ave que mostró a Noé que los árboles ya no estaban cubiertos por las aguas, fue una paloma, el animal que encarna al Espíritu Santo, que eligió al olivo para enviar el mensaje que Dios se había reconciliado con la humanidad. Desde el comienzo de la cristiandad, los católicos han utilizado las ramas del olvido para bendecirlas el Domingo de Ramos, y colocarlas en el hogar como símbolo de protección.
Para convertir entonces este buen amigo de la cocina en aceite de protección, procede de la siguiente forma:
- Coloca un poco de aceite en un frasco de cristal o vidrio, completamente limpio.
- Enciende incienso de mirra a su derecha, y a su izquierda, un vasito de agua bendita y una vela blanca.
- Moja tu dedo gordo de la mano derecha en el agua bendita, y santifica tres veces sobre el aceite, diciendo: “Que la bendición de (aquí el nombre de la figura religiosa con la que te identifiques de acuerdo a tu fe) santifique este aceite para la protección de mi madre (o su nombre)”.
- Luego de realizarlo, deja caer dentro del frasco, unas cenizas o granitos del incienso de mirra y tápalo. Guárdalo sin tocarlo durante 21 días.
Una vez pasado ese tiempo, estará listo para utilizar, en casos de ansiedad, depresión, o momentos de nerviosismo: aplicar sobre la piel una gota de ese óleo mágico preparado con todo el amor, bastará para servir de escudo protector para quien más nos protege: Mamá.
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