Debate presidencial y política sí interesan a los mexicanos

El día en que la política le ganó al futbol

Aquí se transmiten los dos partidos, el de los políticos y el del futbol, dice el mesero de un bar en Coyoacán, al sur de Ciudad de México, donde el juego de los cuartos de final de la liga mexicana --Tigres contra Morelia, dos equipos locales-- se ve sin sonido; a quienes se escucha es a los cuatro candidatos a la presidencia de México, que contenderán en poco menos de dos meses, el 1 de julio de 2012.

En la Zona Rosa de Ciudad de México la mayoría de los bares trasmiten el partido de futbol, como es costumbre, un domingo por la tarde, pero sus mesas lucen vacías. Los comensales prefirieron ir a los pocos lugares que eligieron poner el debate presidencial.

En el Café Ventura, sus clientes viven los momentos cruciales del debate como si fuera un partido de soccer, con tiros a gol; sufren cuando Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición Movimiento Progresista, se equivoca y muestra una fotografía de su oponente, Enrique Peña Nieto con el expresidente Carlos Salinas de Gortari --símbolo de corrupción para la izquierda mexicana-- de cabeza; otros lamentan el pase que dejó ir Josefina Vázquez Mota, candidata oficialista del Partido Acción Nacional (PAN) cuando rechaza la invitación, la única mujer de la contienda, lleva meses acusando a Peña Nieto de mentir y de incumplir sus llevados y traídos compromisos, que hoy constituyen su lema de campaña: “Sabes que cumplo”.

Un policía antimotines se asoma afuera de un negocio de comida rápida para ver algo del debate; no permite que le tomen fotos porque no quiere que lo asocien con quien sale en pantalla en esos momentos, Gabriel Quadri, el candidato del Partido Nueva Alianza (Panal), mejor conocido como el partido de los maestros y de la líder sindical Elba Esther Gordillo.

Se rompió una premisa, un falso debate impulsado por el dueño de Televisión Azteca y del equipo Morelia, Ricardo Salinas Pliego, quien aseguró que a los mexicanos no les interesa la política y sí el futbol. Días previos al debate presidencial, el empresario, tercer hombre más rico de México, decidió que no trasmitir en su televisora el debate presidencial, por así convenir a sus intereses corporativos, “basados en el interés de la audiencia”, dijo; su desafío lo hizo público a través de un twit mordaz: “Si quieren debate, véanlo por Televisa, si no, vean el futbol por Azteca. Yo les paso los ratings al día siguiente”.

Analistas, políticos y el llamado círculo rojo lo tacharon de antidemocrático, altanero, patán. Los hackers de @Anonymoushispano y @Anonymousmexi tiraron la página electrónica de Banco Azteca y Grupo Salinas; y el árbitro electoral, el Instituto Federal Electoral (IFE), llegó a evaluar la posibilidad de decretar la cadena nacional para obligarlo a trasmitir el encuentro. En su defensa, el empresario citó una encuesta donde, aseguró, “sólo el 15% dijo estar muy interesado (en el debate), y al 54% de la población no le llama la atención en lo más mínimo”.

Roxana N. es una joven indígena de 18 años originaria de Hidalgo; vende artesanías en la Catedral de la Ciudad de México hasta que oscurece. El domingo se quedó a ver el debate en las pantallas gigantes que el PRD instaló de la plancha de Zócalo. Berenice N. es cajera y administradora en la parada del Turibús. No puede ver el debate porque a esa hora está trabajando, pero lo verá cuanto llegue a casa “y dependiendo de cómo los vea, decidiré por quién voy a votar”.

De ahí la importancia del posdebate, porque millones de electores sólo conocerán el extracto de imágenes y sonidos que las televisoras, la radio o los periódicos seleccionen para ellos “al día siguiente”–. Antonio tiene 43 años y es chofer del Turibús, en definitiva no le importa los candidatos ni el debate, porque, dice, “gane quien gane, a mi me seguirá yendo igual de mal”.

El “día siguiente” llegó y todos los aspirantes a la presidencia celebraron su victoria; también llegó para Ricardo Salinas Pliego, quien no publicó en su Twitter los resultados de la audiencia como prometió. Además su equipo perdió 5-1. Sorpresivamente, el rating reveló que a millones de mexicanos sí les importa la política, o al menos les importó el debate de los hombres que los van a gobernar los próximos seis años.

Canal 5: Debate presidencial 10.4
Canal 13: Morelia vs Tigres 9.0
Canal 2: Pequeños Gigantes 17.0

La agencia especializada en medir audiencia, IBOPE, informó que un punto de rating equivale a 380 mil televidentes, lo que significa que 3.9 millones de mexicanos vieron el debate. El director de Información de Grupo Televisa, Javier Tejado, señaló en el programa de casa de ForoTV, que este debate no mejoró la audiencia de los otros debates, cuando se registró un ratin de 14 puntos en el año 2000, y 18 puntos en el 2006. Sólo que estos debates fueron en martes, un día de mejor audiencia televisiva.

Nadie cuestiona esa máxima de que el futbol siempre interesa más, mucho más, que la política nacional. Sólo que el Morelia no es el equipo español Barza, y sus jugadores no son la Selección Nacional. El comentarista deportivo José Ramón Fernández rechazó el argumento del rating; la negativa de Salinas Pliego para no pasar el debate, dijo, es una venganza y una provocación en respuesta a los políticos que volvieron gratuitos los spots lelectorales y lo dejaron sin ganar dinero. “El señor Salinas Pliego se ha hecho multimillonario en este país, con los mexicanos, y por lo tanto le debe, como concesionario, pasar el debate a los mexicanos que quieren verlo”, remató.

Involuntariamente, Salinas Pliego le hizo un favor a la política mexicana para que el ambiente electoral creciera. Su tuit del 30 de abril ya es referente en esta elección presidencial. Porque este prendió como pólvora en el gigantesco universo de las redes sociales, llevó la presunta rivalidad a nuevas plataformas y medios de difusión; movió el foco hacia el debate presidencial y creó mayores expectativas en los mexicanos.

Seguramente los dicho en ese debate se olvidará pronto y será más recordado por el escote de la edecán, o porque le ganó en rating al futbol, o porque fue el día en que el magnate dueño de TV Azteca tuvo que guardar silencio, acorralado por un tuit. La sociedad mexicana le echó a perder la sonrisa y el festejo.

Before You Go

Popular in the Community

Close

What's Hot