Para una vida sexual y espiritualmente sana

Para una vida sexual y espiritualmente sana

El hombre es un ser armónico, a la vez espiritual y corpóreo, y la sexualidad forma parte de la experiencia integral de vida, conduce a la unidad del alma y la sensualidad.

El afán de priorizar las sensaciones eróticas, llegar al climax y divertirse, sin tener en cuenta el vínculo emocional, hace que la relación sexual cumpla con su propósito de satisfacción inmediata, pero no provoque el efecto deseado de “hacer el amor”. Sólo será un momento y una atracción fugaz, y cuando esa atracción se agote, será momento de cambiarla por otra, o buscar nuevas formas de sexualidad para mantener la diversión, y la excitación.

No por entrar en contacto físico con otra persona se experimenta placer, o amor. Sin embargo, existen otros momentos, únicos e irrepetibles, en los que comprendemos que algo mágico acaba de suceder, que ya no se trata de un contacto físico, sino que ese contacto se ha integrado a un sentimiento, un chispazo de consciencia nos hace saber que algo ha cambiado experimentamos entonces la trascendencia de la sexualidad, cuando se integra al amor.

Cuando el sexo y el amor van unidos, la expansión del corazón se percibe tan claramente, que trasciende el cuerpo, la conexión con la otra persona se comprende más allá de la realidad de esta dimensión. Ese destello, ese chispazo, puede ser muy breve, pero las emociones perduran, y son lo que alimentan al espíritu.

Tomar contacto con nuestra necesidad de experimentar el amor en toda su plenitud, es la mejor manera de ejercer la sexualidad de una manera que nos eleve espiritualmente.

Cuando queremos iniciarnos en este camino, es muy fácil creer que necesitaremos ponernos bajo la autoridad de alguna persona, institución, o iniciar algún curso que nos ayude a implementar esta Verdad, pero lo que debemos hacer en realidad, es trabajar con nuestra propia reflexión, a través de un pensar y “sentir” consciente. Si lo hacemos responsablemente, será entonces una actividad de nuestro YO, que dará sus frutos sabiamente.

Tenemos que comprender, nosotros mismos, observando nuestros propios procesos, que el camino de una vida plena llega a través de la integración de todas las emociones, en todos sus planos. No hace falta ser inteligente, o haber estudiado mucho, cada uno puede hacer algo, por poco que parezca, trabajando con el potencial espiritual que posea, y si cada uno hace su trabajo de búsqueda interior, los resultados espirituales se multiplican.

El camino de la vida plena, entonces, llega a través de la integración de todas las emociones. La transcendencia consiste en valorar nuestras acciones, y saber que la aceptación y el amor forman parte de todas las cosas.

El mejor estímulo sexual que existe en una pareja que se ama, es la mutua entrega amorosa, la ternura y la admiración por el otro, y el nivel de compromiso de las almas. La armonía entre la vida sexual y la espiritualidad permite que cada persona encuentre su propio destino, el amor, en todas sus manifestaciones, debe estar comprometido con la trascendencia.

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