Aprender a trabajar desde tu casa con disciplina y efectividad

Trabajar desde tu casa... ¡el gran reto!

En una época, decir que uno trabajaba desde la casa era casi una vergüenza. Representaba no tener dinero para montar una oficina y hasta se cuestionaba el profesionalismo empresarial. Ya no. Esa visión se ha cambiado por conceptos prácticos, funcionales, con ventajas contributivas, y el objetivo de invertir en los servicios y/o productos que el negocio ofrece, en vez de gastar en alquileres y otros altos gastos de mantenimiento antes de producir el dinero. Los clientes ahora están más interesados en precios y calidad de servicios que en visitar una oficina. Con los cambios tecnológicos como la Internet –ya las cartas no existen– todo se ha simplificado y acelerado.

La más reciente encuesta de Dueños de Negocios del Censo (Survey of Business Owners) arroja que el 51.6% de los negocios se operan desde las casas y el 58.2% de los negocios operados por mujeres tienen su base en el hogar. La inversión inicial promedio es de $5,000 o menos, que no está mal para un ingreso promedio anual entre $60,000 y $250,000. Además, hay empresas privadas y gubernamentales que tienen plazas "virtuales", de manera que el empleado trabaja desde el hogar, economizando espacio de oficina y otros recursos.

La pregunta es ¿tú crees que será tan fácil trabajar desde el hogar? No. Muchos piensan que lo es y a la larga es cierto. Pero primero requiere disciplinar a otros y disciplinarte tú. ¿Por qué? Porque tan pronto dices que trabajas desde tu casa, lo primero que te dice tu amiga, tu prima, tu hermana o tu mamá, es: "Ah, ahora haces tu propio horario y tienes tiempo para muchas cosas". Empiezan a pedir favores de cuido, tiendas, supermercados, visitas, llamadas, etc. Juran que tienes tiempo para todos. En el mínimo de los casos, tal vez tu esposo cree que ahora tienes más tiempo para limpiar, te puedes quedar con los nenes en vez de llevarlos al cuido, puedes cocinar almuerzo y hacer todos los mandados del hogar en horas laborables. A veces te lo crees hasta tú misma. No, no funciona así.

Lo único que significa trabajar desde la casa es que ese es tu lugar de trabajo. ¿Ventajas? Ahorras gasolina y gastos de almuerzos, exceso de tráfico, tal vez ropa, dependiendo del tipo de negocio que tienes o la labor que haces, estás más cómoda y puedes hacer deducciones contributivas. Fuera de eso tienes un empleo, sea tu negocio o que trabajes para otro. Es tan serio como si salieras a una oficina, y tienes que organizarte como si así fuera y hasta más. En tu horario de trabajo no tienes tiempo para hacer lo que no podrías hacer si fueras a una oficina todos los días.

Te enumero un sistema muy útil, probado por mí y por otros, para aprender a trabajar desde tu casa con disciplina y efectividad:

1. Escoge una habitación de tu casa, preferiblemente con una puerta que puedas cerrar. Equípala con escritorio, silla, teléfono con contestadora con grabadora de mensajes (o celular), computadora, impresora, fotocopiadora y máquina de fax, o una impresora de computadora que haga las cuatro funciones (incluyendo scanner), que están a unos precios muy razonables. Compra los materiales de oficina que necesites.

2. Habla con tu familia y tus amigos y establece las reglas. Infórmales que no te llamen en horas laborables a menos que sean emergencias o asuntos que no pueden esperar. Las llamadas deben ser breves. Para tu tranquilidad, acepta llamadas de familia inmediata (hijos, esposo, padres, gente significativa), pero conversa brevemente y termina la llamada si recibes una llamada relacionada con el negocio.

3. No aceptes hacer favores que te interrumpan las horas de trabajo, a menos que sea una emergencia.

4. Decide tu horario de trabajo. Te sugiero 9 am a 12 M y 1pm a 5 pm.

5. Escribe un rótulo con ese horario bajo el título "Horas de Oficina" y cuélgalo en la puerta de la habitación que hayas escogido para oficina. No tienes idea de cuánto va a influir en tu organización.

6. Respeta el horario que te asignes, incluyendo el descanso de almuerzo.

7. Disciplínate para trabajar, pero no te acostumbres a trabajar horas extras porque estás en tu casa. Cuando trabajamos desde el hogar, a veces empezamos el hábito de alargar las horas de trabajo hasta muy tarde, especialmente si vivimos solas. Trabaja horas extras, solamente si tienes un trabajo importante con una fecha límite que tengas que cumplir, o si estás en medio de una labor creativa cuya inspiración puedes perder si no la terminas en ese momento. No te habitúes a agotarte física o mentalmente porque te sentirás abrumada, tu productividad y tu calidad se reducirán, y no vas a poder descansar ni en tu casa.

8. Evita las distracciones, cerrando la puerta de tu oficina. No pienses en lo que tienes que hacer en tu casa.

9. Al terminar tu día de trabajo, prepara una agenda del trabajo para el día siguiente. Esto te sirve para organizarte y para dejar en un papel tus ocupaciones del día siguiente, y no llevártelas al horario de tu hogar. Cierra la puerta de tu oficina.

10. Si tu trabajo lo permite, dedica días y momentos específicos a tareas específicas. Según tu tipo de negocio, por ejemplo, dedica un día o una mañana a facturar. Si algo te gusta menos, hazlo en la mañana. Si tienes que salir a hacer gestiones, intenta programarlas todas para ese mismo día, de manera que interrumpas una sola vez la concentración que requiere el trabajo de oficina. Las salidas relacionadas con clientes no siempre se pueden planificar a conveniencia propia, pero sí pueden aprovecharse para otras gestiones en la calle.

11. Lleva una agenda diaria que incluya, no solamente tus citas del negocio, sino tus compromisos personales. Eso te recordará no aceptar citas personales en horarios de trabajo, a menos que sean citas médicas o compromisos relacionados con la escuela de tus hijos. También te ayudará a calcular qué tiempo tienes que compensar para cumplir con tus obligaciones del empleo o negocio.

Y cuando alguien pretenda desalentarte diciendo que tu negocio es pequeño porque trabajas desde la casa, dile que las mujeres de negocios controlan el 60% de las riquezas (de 10 a 12 trillones de dólares), y que en los pasados 15 a 20 años, los negocios operados por mujeres excedieron en crecimiento a todos los demás negocios en los Estados Unidos.

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