El cantante mexicano Marco Antonio Muñiz dijo una vez: "La mujer latina no camina, desfila". Y que lo digan los jurados del concurso de Miss Universo. Tenemos una envidiable coordinación de coquetería y elegancia.
Sin embargo, en la vida real, el lenguaje corporal latino es criticado por exagerado, ruidoso y dramático. Tanto, que cuando nos relacionamos socialmente o en el mundo de los negocios, si no sabemos quiénes somos nos sentimos como si fuéramos de otro planeta y hasta inferiores.
Muchas chicas que se educan en universidades anglosajonas se esfuerzan por modificar su conducta y se sienten incómodas cuando otra latina es demasiado expresiva. La nueva generación de chicas que se terminan de criar entre anglosajones, a veces se sienten intimidadas porque quieren integrarse y no quieren lucir muy latinas.
Para sentirse seguras de sí mismas, les hace falta aceptar su "heritage" o herencia cultural, igual que aprenden a convivir con las herencias culturales de los anglosajones, los árabes, los vietnamitas y todas las razas con las que nos relacionamos en este mundo multicultural. Las que ya aceptamos nuestro interesante lenguaje corporal, lo modificamos agregándole gracia y elegancia, y aprendimos a usarlo como y cuando nos conviene.
Empecé a entender durante mis reuniones con la Dra. Carmen Judith Nine Curt, una educadora brillante. Solíamos almorzar después de mi programa de radio, tiempo que yo aprovechaba para aprender y ella para explicarme las relaciones de la gente que almorzaba a nuestro alrededor, a base de su lenguaje corporal, por ejemplo: "Mira los rostros y las posiciones de los brazos de esa pareja. Se reunieron para negocios, pero tienen un flirteo". "Esos parecen padre e hijo y hace tiempo que no se ven..." Cuando terminaba el almuerzo yo sabía ya el drama completo de los comensales.
La doctora Nine Curt dedicó su vida a convencer al sistema escolar de Nueva York de que la educación de los latinos tenía que diseñarse a base del hemisferio derecho del cerebro (el que control las emociones) y que el sistema anglo, muy distinto en su lenguaje corporal, tenía que entender nuestro lenguaje que no era ni es incorrecto, sino emite unas señales diferentes.
Realizó extensas investigaciones sobre el lenguaje corporal (capaz de decir mensajes completos sin hablar) latino, en el cual era experta, y su gran pasión era compartir sus conocimientos.
¿CÓMO SOMOS?
- Somos cálidos al trato
- La distancia de espacio aceptable para nosotros es menor (bueno, a veces invadimos el espacio vital del otro)
- Nuestros movimientos son contrastantes, caminando y bailando (mire una mujer latina caminando y mire las demás)
- Establecemos enlaces de grupo con facilidad
- Nuestras miradas son tan expresivas que hablamos con ellas
- Tocamos a los demás con mayor libertad
- Sonreímos mucho
- Fijamos la mirada y establecemos contacto visual con frecuencia
- Somos ruidosos y expresivos, involucrando todo: cara, voz, brazos y a veces torso y piernas
- Nos reímos a carcajadas y con entusiasmo
- Nos gusta jugar
- Tendemos a ser francos
- Acostumbramos a saludar y a despedirnos, y lo hacemos efusivamente
- Hacemos interrupciones cuando las consideramos necesarias.
- Nuestros tonos de voz llevan mensajes por sí mismos
A pesar de que la educación formal y familiar modifica algunos de estos rasgos, siempre mostramos algo que nos delata porque el lenguaje corporal está en la mezcla genética latina desde hace más de quinientas generaciones.
La realidad es que en los ambientes profesionales, de negocios, actividades formales y/o protocolarias, es importante moderarse en las expresiones y aprender que cada conducta tiene su lugar. Mas enseñemos a nuestras hijas que, en vez de avergonzarse y tener una actitud de rechazo o temor al rechazo, desarrollen orgullo y aceptación por la herencia de un lenguaje corporal único, que llevado con inteligencia, les añade belleza y atractivo. En lugar de intentar ser lo que no son, pueden abrazar esa herencia latina como cada cual abraza su herencia cultural, disfrutarla y desplegarla con sabiduría.