El lugar donde no existen los colores: Museo te muestra cómo vive una persona no vidente

¿Cómo vive una persona ciega?

Vivir en Nueva York puede ser una de las experiencias más ricas que una persona pudiera experimentar a través de su vida, también una de las más caóticas. Cada día es un movimiento constante de nuevos colores, figuras, formas y rostros, millones de ellos, que se mezclan con sonidos, sabores y olores variados alrededor.

Es por eso que luego de cinco años viviendo en la Gran Manzana recibiendo un bombardeo visual continuo, al presentárseme la propuesta no pude resistirme, y me sumergí en un inesperado y fantástico viaje, donde tendría que renunciar a mi sentido de supervivencia más preciado, mi visión, para valorar la vida desde otro punto de vista. Con los ojos cerrados en oscuridad completa, sólo un bastón y la voz de mi paciente guía, Romeo Edmead, nuestro grupo emprendió en la aventura de vivir como personas ciegas por una hora en esta inmensa metrópoli.

Esa es la gran oportunidad que el Museo Dialog in the Dark ofrece a todos sus visitantes, no sólo un cara a cara con algunos de los lugares más importantes de Nueva York en oscuridad absoluta, sino también la experiencia de apreciar sus características únicas de una forma diferente. Durante toda la travesía pude visitar el Parque Central, la plaza deTime Square, una estación de tren, entre otros icónicos lugares, que aun cuando son parte de mi rutina diaria, esta vez disfruté utilizando sólo mis manos, orejas, lengua, nariz e imaginación.

Al finalizar el recorrido, recibimos además una gran sorpresa, cuando nuestro guía, quien nos había estado dirigiendo durante todo el proceso, reveló que él mismo era una persona legalmente ciega desde su nacimiento. Afortunadamente, él estaba más que dispuesto a responder todas nuestras constantes preguntas, que rápidamente se convirtieron en una agradable discusión, por medio de la cual fue capaz de darnos una visión más clara de la vida desde la perspectiva de una persona ciega en una ciudad que puede ser tan ruda como Nueva York, y las cosas maravillosas que llegan por consiguiente.

Algunas de las palabras de esa conversación realmente me sacudieron y permanecieron conmigo desde aquella noche, "¿Colores?", preguntó él, "Los colores no existen, no tienen sentido para mí. No sé lo que significan. Sé que algunas cosas son de determinados colores, pero no puedo siquiera imaginar cómo son. "

A partir de ese momento y hasta ahora, todas las mañanas abro los ojos, veo colores, hermosos, espectaculares y vibrantes colores en todos lados, y me hice la promesa de nunca permitirme olvidar ese extraordinario lugar donde los colores no existen.

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